La Mocha para el Sudeste Asiático.

19/06/2011 § 4 comentarios

SÍ, SÍ, SÍ!

Algunas claves para el sudeste asiático en particular (lo que yo voy a llevar la próxima vez que vaya):

– Un impermeable (de los que realmente funcionan. Hay unos muy poco fashion pero muy efectivos, los típicos de cancha: recomendables)

– Un solo par de zapatillas y otro de ojotas. (Las zapatillas no se usan nunca. Hace calor y estás de vacaciones.)

– 4 o 5 remeras. (Allá salen entre 3 y 5 dólares, y están buenas. Te vas a comprar bastantes y si llevás más vas a terminar con demasiadas).

– Un buzo (salvo en el norte de Vietnam, en todos los otros lados hace calor). No lo vas a usar nunca.

– NO LLEVAR BOLSA DE DORMIR. Gabo me lo dijo, y no le hice caso. No la usé nunca. Y la cargué siempre. Una picardía, para no decir una boludez descomunal.

– Un pantalón largo. Casi no lo usé tampoco. Y allá te va a agarrar el ataque hipongo y te vas a comprar un montón de pantalones con onda por muy poca plata. (U$S5)

– Alguna crema cicatrizante buena. Si no las heridas tardan el doble o triple en cerrar y suelen infectarse por el contacto con el agua no tan pura como la que estamos acostumbrados.

– Antiparras.

– Protección subacuática para cámara de fotos (FUNDAMENTAL)

– Valium o símiles (si pensás que te puede llegar a costar dormir en bondis que trasnochan coleteando por rutas de montaña al ritmo del “TUUUUUUUU-TUUUUUUU” de sus bocinas.

– Espacio: es todo muy barato, y dan ganas de llenarla de cosas.

Cómo la armo? (La Mocha)

19/06/2011 § Deja un comentario

Distribución "Oficial" del peso adentro de la mocha según el Club Andino El Bolsón (o algo así).

Algunos dicen que a la hora de armar la mochila, lo mejor es pensar en lo que necesitás para vivir una semana, meterlo adentro, y cerrarla. Es una manera de simplificar algo que por lo general parece bastante complicado, aunque empecé a dudar de su eficacia el día que me crucé con Sabina, en el medio del desierto, arrastrando una “Samsonite X-V48hJ Litium-Unbreakable” y me dijo: “y bueno, qué querés, yo le metí todo lo que necesito para 7 días!”. El botiquín de cosméticos lo llevaba aparte, pero eso sí, la Samsonite entre toda la arena tenía rueditas.

Como creo que no hay una ciencia cierta respecto al tema, procedo a la ya clásica, famosa, conocida y siempre bien ponderada “listingui”. En esta oportunidad, la de epítetos que no deberían faltarle a la mocha de todo buen armador de mochas:

– Mocha: clave. La mocha tiene que ser una mocha. De las que no tienen rueditas ni son irrompibles. Pero de las que te colgás en la espalda y empiezan a formar parte de tu cuerpo. Las mismas que no se traban ni en la cinta mecánica del aeropuerto ni en la vereda, y ésas que te dejan las dos manos libres para agarrar todo lo otro que vayas acumulando durante tu largo viaje, como bolsas con boludeces o la mano de una linda chica. Si sos de los que a pesar de todo necesita clavarse un primer viaje con valija, bienvenido, pero no digas que TrancaroLa poR el mundo no te recomendó que llevaras mocha.

– Liviana: la vas a llevar a todos lados, y nadie la va a levantar por vos. Si viajás por mucho tiempo y está pesada, la vas a terminar odiando.

– Funcional: a la hora de elegir las cosas, está bueno pensar para qué situaciones te sirve cada una, de qué tipo y número de imprevistos te pueden salvar. Tener una remerita a lunares que combina con la bufanda fucsia está buenísimo, pero el rompevientos impermeable con polar desmontable que no tiene lunares y no hace juego con la bufanda fucsia tal vez sea más apropiado.

– Acotada: el pañuelito que te regaló la Tía Marta para el día del repollo colorado es fantástico, pero la Tía Marta es muy regalona y si ponés cada una de sus ocurrencias podés terminar con dos mochilas en vez de una, sino con la Tía Marta a upa. Pensá sólo en lo imprescindible.

– Ordenada: algunos me tildarán de “Mimimi”, pero este punto es justamente el que te evita hacerte acreedor de “El Gran Mimimi de Oro” al final del viaje. Y todos y Cabar más que nadie (Brasil 2009) sabe que ése es un honor del que todos prefiren privarse. De mi amiga Luciana aprendí algo buenísimo: una vez que doblaste la ropa, enrollarla y ponerle una bandita elástica alrededor (a cada cosa por separado). Así se mantiene todo ordenado y sin arrugar, fácil de encontrar, manipular y distribuir.

– Inteligente: si se viaja con amigos, está bueno poder coordinar y las cosas que necesitan todos pero que nadie quiere llevar o que es al divino botón que todos lleven, distribuírselas. Ejemplo: shampoo, crema, cartas, dados y todo eso.

– Alfabeta: Una mochila sin biromes es una mochila analfabeta. Parece un dato de color, pero son siempre necesarias.


Algunas cosas que no pueden faltar en la mocha:

– Bolsas. El oro en polvo del mochilero. Sirven para todo y no pesan nada. Y tené en cuenta de que si sos “el que llevó bolsas” tus amigos te van a manguear. Llevá muchas!

– Bolsas Ziplok. Gracias Javi por el aporte! No sé cómo me las había olvidado. Son clave para guardar cosas, desde los documentos importantes que no se pueden mojar hasta las medias sucias que no pudiste lavar. El oro en polvo del mochilero del siglo XXI.

– Alicate.

– Pinza de depilar. (Sí, si no sos mina también te puede servir para sacar astillas, vidrios o etcéteras incisivos).

– Linterna (dependiendo el destino, siempre que sume algo más que peso).

– Cubre mochilas.

– Costurero (hilo, agujas, alfileres, tijerita)

– Botiquín (con lo imprescindible. Por lo general en todos lados hay farmacias, y salvo algún remedio que ya sepas que lo necesitás específicamente, se consigue todo. Yo, por ejemplo, me llevé el antibiótico que tengo que tomar si me perforo el tímpano. Y me vino al pelo.)

– Dentro del botiquín, el termómetro no pesa nada y siempre viene bien. Sobre todo cuando volás de fiebre y no lo tenés.

– Pastillas para la garganta. (recomiendo fervientemente los sprays que se aplican directo sobre “el foco del dolor”, los hay naturales, tipo propolio, o los artificiales, tipo Ernex. Los dos van.

– Adaptador de electricidad universal. (Hay algunos que van de un tipo de enchufe, al universal. Estos son tramposos, porque les podés enchufar cualquier cosa pero no enchufarlos en cualquier lado. Cuando cambiás de país necesitás otro).

– Toalla. Un clásico entre los algo de los «pero la re puta madre, sabía que estaba olvidando algo!».

– Tapones para los oídos. Para cuando otros tienen tantas ganas de fiesta como vos de dormir.

– Portavalores: lo pongo en esta listingui, pero recuerden o bien llevarlo en la cintura o bien releer mi experiencia al llevarlo en la mochila.

La Mocha

18/06/2011 § 2 comentarios

Cualquier hecho y/o similitud con la realidad no es pura coincidencia.

Cuando era chiquito y me enojaba con papá y mamá porque no me dejaban hacer algo agarraba un palo, le ataba un trapo en la punta y después de meterle mis cosas más preciadas adentro “me iba de casa”. Decía que odiaba a los grandes, ¿cómo podía ser que después de haber crecido durante 5 o 6 años no lo dejaran a uno hacer lo que quería?

El año pasado me enojé con mi mundo. De repente era grande, y podía hacer lo que yo quería. Pero por alguna razón algo me lo impedía. Entonces, como cuándo era un nene, no me importó lo que los otros decían, me olvidé del deber-ser y decidí empezar a ser. Renuncié a mi trabajo. Le dije chau a mi mundo para irme a conocer otros. Pero antes, tuve que hacer la mochila.

Cuando sos chico es muy fácil: agarrás tus dos o tres juguetes favoritos, esos que te van a divertir, proteger y hacer compañía. Son los que más querés y eso es suficiente para hacerle frente a todo lo desconocido. De grande pasa todo lo contrario. A cada cosa que agarrás la analizás minuciosamente. A pesar de que hacés una selección de lo más estricta posible, al final de cuentas siempre te sobran cosas, y siempre te faltan otras. Y lo loco es que cuando hacés la separación, en lo único que te fijás es en la utilidad que te representa cargarla en la mochila: dejás de lado las cosas queridas.

Todos los que alguna vez viajamos pasamos por este momento, para muchos bastante estresante. Por eso siempre viene bien tener a mano un par de recomendaciones.

Los i-Sites

25/02/2011 § Deja un comentario

En casi cada lugarcito de Nueva Zelanda tenés un i-Site a donde caer despistado. Son los sitios oficiales que pone el gobiernos para información turística. En ellos te proveen tanto de info como de eso que tanto nos gusta a todos, mapas gratis. La gente que los atiende tiene la mejor onda y por lo general se copa ayudándonos a planear qué hacer. Su única falencia es que, como la mayoría de las cosas en NZ, cierran a las 6 de la tarde.

A un lugar así podés llegar después de tu incursión en un i-Site. (Lake Ohau, Isla Sur)

Avistamientos du fauna. Hoy, «El moscovita gigante».

24/02/2011 § 1 comentario

Con este especimen de Mosco Enarañado Gigante, inauguramos la sección Avistamiento Du Fauna. Este ejemplar lo encontramos en el Angelus Hut, arriba de la montaña y a orillas del Angelus Lake. Consta de varias patas, ojos, aguijón y malicia,y es cruza de araña y moquito.

 

 

Eye Friendly

01/02/2011 § Deja un comentario

Finalmente, y despues de mucho tiempo, TrankaroLa poR el muNdo parece un blog de viajes. Descubri como hacer para subir las fotos a tamanio digno y en medio de los post, ilustrando las palabras. Ahora solo falta mejorar ambas.

Mientras tanto, los post anteriores ya lucen, cual desfile de Giordano, su nuevo look Eye Friendly.

El antes y el despues de un ferviente seguidor de TrankaroLa poR el muNdo.

 

Solos en el mundo

13/01/2011 § 1 comentario

Hace dos días y dos noches llegué a una playa lejana, la mejor que llegué en mi vida.

Está como todas las playas llena de arena. Pero ésta, la tiene blanca y fina. Tiene como todas las playas un mar. Pero ésta, lo tiene verde esmeralda tirando a azul transparente, pasando de a ratos por el turquesa, según el lugar que se mire. Empieza verde esmeralda ahí donde en todas las otras playas caminás en puntitas para ver cómo está el agua. Pero en ésta, esa parte te la saltás. Y te la saltás literalmente, porque el agua es tan helada, y tan hermosa a la vez, que cuando te metés te dan ganas de hacerlo corriendo y lo más rápido posible.

Me gusta empezar la carrera desde la playa, a través de ella y con dirección al mar y sus islas, para llegar a las olas lo más rápido posible, y saltarlas unas y otras, hasta no poder más y sambuyirme. Así como vengo, con toda mi fuerza y una sonrisa en la cara.

Abajo del agua te olvidás de todo, sólo disfrutás recorrerla aunque sea un poquito, mientras ella te recorre todo. Lo más lindo de esta agua es que es helada y cálida al mismo tiempo. Es helada pero nunca te da frío, y así te invita a meterte una y otra vez. Será por eso que no somos los únicos que las disfrutamos, las aguasvivas también. Vimos varias y muy grandes, pero hicimos un trato. A los dos nos gusta el agua, así que la compartimos. Nosotros nadamos, ellas nadan. Nosotros no las picamos, ellas tampoco.

En la parte izquierda de la playa hay algo así como una pirámide alta y finita, hecha de roca. O una roca piramidal. Parece un pedazo que vino de lejos, navegando a través de todos los mares, para unirse al acantilado costero. Según mis cálculos se quedó varada antes de conseguirlo, y al ver la playa que tenía al lado, nunca más se quiso mover. Yo hubiese hecho lo mismo.

Otros prefieren pensar que siempre fue parte de la madre roca, la de los acantilados costeros, y que con los años y la erosión, de a poquito fue quedando así, tan sola y acompañada. Es que por el solo hecho de ser distinta a todos y estar aislada, todos la queremos un poco más. Estoy seguro que cada uno que entra a esta playa, después de asombrarse con su presencia, procede a sacarse una foto con ella. Y tan seguro como de eso, estoy de que ninguno de todos esos nos sacamos una foto con la roca del acantilado, tanto o más imponente, como mucho menos especial. Paredes de roca hay por todos lados, rocas aisladas no. Si de estas últimas hubiera muchas, tantas como para que lo especial fueran las paredes de roca, sería porque hay tantas que formarían un grupo, separado de la pared. Entonces nos seguirían gustando las rocas aisladas, aunque en forma de pared.

Mencioné algo de entrar a esta playa. Suena raro, y lo es. Mucho más común es llegar a una playa, o bajar, desde un médano por ejemplo. Pero ésta de común tiene lo menos y, por eso, en ella se entra. No por una puerta, tampoco por un pasillo. Mucho mejor es por una caverna. Una de esas gigantes y que según dicen se le caen rocas del techo, cosa que da un poco de miedo, aunque si ves lo que tenés adelante, pasás igual.

A la izquierda hay un árbol, grande, verde y frondoso. Los árboles suelen ser así, pero no después de haberse caído. Ahí abajo es donde rancheamos, donde hicimos nuestra casita del árbol. Sin baño, sin cocina, sin habitaciones, y sin living. Pero con vista al mar. O con todo eso, en uno: esta playa paradisíaca, hermosa por donde se la mire, y por donde no también. Porque nos tocó una noche nublada y hermosa, la primera, y no podíamos verla, pero sí sentirla. A ella, su paz y su tranquilidad. Y nos tocó una noche estrellada y hermosa, la segunda, y podíamos verla, o cerrar los ojos, y nunca dejar de sentirla. A ella, su paz y su tranquilidad.

Pasamos dos noches, la dormimos y la vivimos. Fue toda y solo para nosotros. Cuando se va el sol la gente se va, al revés que la marea. Y cuando sube la marea, se tapa la caverna (ma, no leas esa línea). Y quedamos solos en el mundo. La playa y nosotros, nosotros y la playa. Sin nada ni nadie más. Nosotros atrapados en la libertad.

Y después de las noches vienen los amaneceres. Todos parecidos y bastante obvios. Siempre casi a la misma hora, y casi por el mismo lugar, sabés que va a salir el sol. Seguramente se haga desear, como todos los que saben algo de seducción. Y vos vas a estar ahí sentado, esperándolo. Porque viste miles pero sabés que todos son especiales, y porque su protagonista es el sol, que siempre tiene un as en la manga para dejarte con ganas de volver a verlo, como todos los que saben algo de seducción.

Conmigo le funciona siempre. A las 5.15 am sonó la alarma y un minuto más tarde ya estaba arriba esperándolo, como toda la noche, y el día anterior. Y como entre las 3 y las 4 de la mañana, cuando me levanté a ver las estrellas, otra vez.

Hace días que duermo 4 o 5 horas y no tengo sueño, ¿quién quiere dormir pudiendo vivir?

Así es mi vida en Nueva Zelanda, así fueron estos días en Cathedral Cove.

 

Nómades y algo menos

13/01/2011 § Deja un comentario

Desde que tenemos el Sunny, nuestra vida en Nueva Zelanda se hizo más nómade de lo que pensábamos. Ya no paramos en hostels, ni hoteles, ni nada. El Sunny se convirtió en nuestra casa. La llevamos a todos lados a cambio de que él nos lleve a nosotros. A veces dormimos en la playa, otras en estacionamientos, y cuando llueve buscamos un buen árbol. Es por eso que no tenemos internet. Tampoco dónde cargar las cámaras ni la netbook.

Como voy escribiendo en el cuaderno, tengo varios posts que todavía no tipeé. Y para que no se atrase todo, voy a subir ésos antes que éstos. Pero para no desorganizar, hago este post con los itinerarios de lo que todavía no tipeé.

Más adelante los subo. Au revoir.

El país de los cielos indecibles.

09/01/2011 § 1 comentario

En cada lugar que llego lo primero que hago es mirar el cielo. Lo miro y lo veo. Lo veo y lo miro.  -¿Cómo podrías no hacerlo?- me preguntarán algunos, pensando que es imposible ver, y no ver el cielo. Con sólo ser parte del mundo, con sólo ser humano, es suficiente para ver el cielo. No hace falta ningún esfuerzo, tampoco es necesario un mérito, cada persona que abre los ojos, por más que quiera no hacerlo, si está parada en el mundo, ve el cielo.

Pero justamente por estar siempre a la vista, porque sólo baste con abrir los ojos para tenerlo, es que muchos lo ven, pero nunca lo miran. Lo tienen y no lo tienen, lo viven y no lo viven. Le piden que esté siempre azul, y hasta le refunfuñan si viene con nubes. El cielo no entiende los reclamos, porque sabe que además de un cielo azul, puede ser muchos otros cielos. Y que si se vistiera todos los días igual, dejaría de sorprendernos. Sería, siendo siempre azul o nublado, de lo más aburrido, sintiéndose un edificio más, al que sólo basta con abrir los ojos, para volver y volver a verlo. Se transformaría en una cosa más, que a la vez sería una menos.

Pero al cielo le gusta expresarse, y mucho más no guardarse nada a la hora de hacerlo. Por eso al azul lo llena de rojos, y lo destiñe con amarillos. Con nubes se muestra más suave, esponjoso, pero también siniestro. Es que con ellas nos invita a tocarlo, sabiendo que no podemos hacerlo.

A veces está silencioso, como si estuviera esperando algo, y parece dormido. Es cuando el cielo está triste, melancólico. Extraña a su amigo de cada día, que esa mañana, a pesar de las horas, todavía no lo ilumina. Dolido en el abandono, el cielo se pone furioso, pasando de gris a negro. Los truenos gritan su ira, con rayos decarga su mala, y lloviendo se purifica. Libera lo que ya no le sirve, su mala energía. Y así empieza a nacer de nuevo, de a poquito y en cada estrella.

La primera se acerca sigilosa, avanzando a lo desconocido. Está rodeada de nada, y de lo que sueña para el futuro. Y eso es todo lo que necesita. La soledad la hace más fuerte, y sus ganas se intensifican. Se tienen la una a la otra, se tienen la otra a la una. Y así, solas las dos, se vuelven cada vez más intensas, tanto como su camino. Una, dos, tres y otras miles se suman a ella la estrella, que ya deja de ser una, como las miles dejan de ser miles; ahora todas son una. La vía láctea aparece infinita, llena de posibilidades y vida. Espiando y casi como parte de las montañas, aparece la luna, que por no perderse el espectáculo, lo hace más increíble. Ahora el cielo está lleno, y es el más cielo del mundo.

Así es el cielo en Nueva Zelanda, y tiene todos los cielos en uno. Estando con sol o nublado, silencioso o lleno de furia, melancólico o estrellado, el cielo está siempre, y está siempre lleno de cielos. Y a mí me encanta mirarlos, y tanto como eso, me gustaría poder decirlos. Sentir que de su fantasía cuento aunque sea un poco, para que desde allá donde sea que sea, para que desde otros cielos del mundo, donde no puedan mirarlo, también puedan ver el mío.

 

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Si vamos a soñar, soñemos a lo grande!

16/12/2010 § Deja un comentario

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