Volvió TrancaroLa poR el muNdo, viejo!

15/06/2011 § 10 comentarios

En Ezeiza el 29 de diciembre del 2010.

A cinco meses y medio de haberme subido, bastante cagazo mediante, al primero de los muchos otros aviones que me esperaban para el próximo tiempo, paro la pelota, levanto la vista y miro al horizonte.

Y en eso veo que estoy lejos, que extraño a mi gato y mi casa. Que cuando como capeletunos no son los que me mandó mi vieja y que tampoco tienen su salsa. Siento que me faltan Os Pibes: Brunito, Qb, Juancho, Nico, Beting, El Tanela, Cabar, Yei Pi, Gabito y sus risas y carcajadas, tanto como el fernecito y el calor de nuestras previas. Que ya no me pasa eso de atender el teléfono y escuchar un robot medio boludo tartamudeando mensajes graciosos que me manda Chchch (mi hna grande), o encontrarme grandulón y baboso jugando al «bebé volador» con la Enana (mi hna enana). Me doy cuenta que hace mucho que no voy al río con mi viejo, y que no elijo cerveza o vino o cerveza y vino para acompañar sus asados sin ensalada (pa, la ensalada es clave!).

Ya no me tiro a boludear en el bunker o en la terracita de casa, no me arrepiento justo después de darle charla a mi vecina loca, chusma y charlatana Marta, ni tampoco me encuentro con Bif, el viejo canoso del edificio de enfrente con quien mientras limpia y lustra y vuelve a limpiar y lustrar su Fiat Uno azul nos cruzamos algunas palabras.

Veo que hace 168 noches que no duermo 4 seguidas en la misma cama, que estoy cansado, lejos del país en el que cuando partí suponía que iba a pasar el próximo año de mi vida, que estoy lejos de Nueva Zelanda y de Luciana. Sin un peso en la billetera y, de hecho, sin billetera.

Pero miro para adentro y me acuerdo de todas las cosas que viví, las que pasé y las que me pasaron. Y son realmente dignas de una regia listingui (en orden cronológico):

-me acordé de una anécdota mágica, en Ko Phangan, que nos involucró a los 5 en una misma habitación, que no figura en el blog y que pido permiso para contar. Y acá aplica «el que calla otorga».

El lugar de los hechos, aunque con sólo 2 de sus 5 protagonistas.

– safé de un terremoto en Christchurch.

– viví noches alocadas, propias y ajenas, en Bangkok, sus calles y sus boliches.

– tuve que hacer «la corrida a Myanmar», porque me di cuenta que se me vencía la visa de Tailandia el mismo día que se me vencía. Crucé el puente 2 minutos antes de que cerrara el paso.

Cruzando el Rolo (Puente) con Kyle, uno de los integrantes de Pad Thai en Chiang Mai & The Cashew Nuts, la banda que creamos con guitarra y voces de Cabar, percusión de Kyle y un acompañamiento «no me miren así hago lo que puedo» de O Pibe San.

– hice trekings por la montaña Tailandesa.

Dormimos en un pueblito en medio de la montaña, sin luz y sin ruidos… Buuuu!

– aprendimos con Cabar a cocinar algunos de los típicos platos Tailandeses, incluidos Pad Thai y Bananas in coconut milk. Los mismos que van a inaugurar la sección «Gastronómicos» de TrancaroLa por el muNdo, con video y recetas incluidas!

La selección de los ingredientes en la huerta de la escuela. Fun-damental.

– en Chiang Mai, Norte de Tailandia, sufrí en carne propia el acoso de la amiga de la novia de uno de los chicos, con quien me mandaron a dormir de prepo, en la misma habitación y en la misma cama matrimonial, y quien, a diferencia de mí, se tomó a pecho lo de «matrimonial» mostrándose ávida de cariño.

– una noche escribiendo el blog y escapando de la avidez de cariño no correspondida, en ese mismo hostel de Chiang Mai, la vida me regaló una magic-welcomed, una de ésas que pocas veces te regala. Conocí a una chica holandesa que me va a dar mucho para contar.

Sí Cabar! No lo podés creer! Yo tampoco! (Pai Cannyon, fabulosennnnn!)

– safé de un Terremoto en Myanmar y Chiang Mai.

– después de unos días en Pai, un pueblito hippie en el medio de montañas neblinosas, cruzamos a Laos bajando dos días en barco de cola larga por el Mekong y pasando la noche en «el pueblito del Opio».

Mekong.

– desde el que timoneaba el barco, pasando por las mujeres de los hoteles y hasta los mozos en restaurantes, no pararon de ofrecernos opio, marihuana y otros estupefacientes por el estilo que no me acuerdo los nombres porque estaba muy drogado. (es obvio que es chiste ma! Grachu, mamá de Cabar, posta, es chiste!)

– me afanaron la mochila de mano, ésa en la que uno lleva todo lo importante, que en este caso estaba integrado por: tarjetas de débito y crédito (todas), travellers checks (todos), carnet de conducir (nacional e internacional, es decir: todos), carnet de timonel, pasaporte polaco (Comunidad Europea), cédula de identidad, tarjeta ISIC (?), U$S100, anteojos, funda y cargador de la cámara de fotos, y boludeces.

Un croquis de autocad que le hice a los ratis sobre el lugar de los hechos!

– recibí un mail de mi vieja diciendo: «Pero Andrés, cuántas veces te dije que las cosas importantes las lleves en el portavalores! Ves que yo no era la hinchapelotas!».

– le conté a mi vieja que todo eso estaba en el portavalores, pero el mismo más cerca de mi espalda que de mi cintura, más precisamente en la mochila.

Cascadas flasheras en Luang Prabang.

– fui víctima de la «Odisea Travellers Checks» y sus incompetentes asistentes en Filipinas y Bangkok.

– varias veces me encontré desprovisto de dinero, plata, divisas, cheques de viajero, efectivo, y todo eso que el sistema capitalista te pide que tengas para poder hacer algo o ser alguien.

Sí, está fuera de foco. ¿Pero vos te le acercabas más a este arácnido? La sección "Avistamiento du fauna" de TrancaroLa por el muNdo lo hizo por vos. Ésta y muchas otras...

– me conocí como quien dice «al dedillo» todas las oficinas burocráticas habidas y por haber en Laos que algo tuvieran que ver con el inmigrante «in-identificado».

– me moví por los países del sudeste asiático en donde gendarmes y oficiales de la ley poco entienden de inglés sin visas ni pasaporte, pero con un papel que decía que yo era yo y que me habían robado todo tipo de documento oficial que asegurara que yo era yo.

El papel de la oficina de inmigrantes de Luang Prabang. Después visitaría su homónima de Vientián y el Departamento Consular, también en Vientián.

– me desperté una mañana en la habitación de un hotel de un país subdesarrollado del tercer mundo (¿Laos era del tercero o del octavo?), con una picadura de algún bichito picotón de identidad desconocida.

Una de cuando me lo estaban limpiando en el hospital.

– vi cómo día a día la picadura de un bichito picotón de identidad desconocida se transformaba en un volcán infectado con pus (sí, del amarillo), rodeado de una mancha roja que se expandía sin parar a lo largo de mi brazo, haciendo que el mismo me doliera.

– y también vi la cara de desconcertados de los 4 médicos del hospital de Luang Prabang, Laos, mientras examinaban mi brazo y dialogaban entre ellos en idioma Laosiano, al tiempo que poco podían decirme en Inglés.

– me imaginé pidiénlo a mi viejo los mismos ruedos que me hacía en los pantalones, pero esta vez a la altura del hombro.

La evolución de la infección según los mapas que me dibujaba día a día para mostrarle a mi infectóloga. Nunca me contestó los mails...

– salvamos con Luciana la vida de un pibe que estaba en Laos, al costado de la ruta, a 10 minutos de que se fuera el sol, tirado en el medio de un pastizal, casi en pelotas, sin conocimiento, de hongos, cagado de frío y lleno de hormigas y ronchas. Y algo me dice que algo de alcohol seguro también había tomado.

– me figuré un poco más la locura que tenía el pibe cuando se dirigió a un par de plantas, mientras meaba con la izquierda y las cacheteaba con la derecha, diciéndoles: «Not imaginary people. Not imaginary People».

Los mismos hongos que tomaban en CronicaTv.

– vi cómo después de llevarlo casi en andas durante media hora y dejarlo en manos de sus mejores amigos, al pibe casi lo pisa un auto.

– me puse triste y lloré en cada una de las despedidas de mis amigos.

No saben la foto que tengo de Luciana en Vang Vieng! Nadie la vio...!

– cuando se fueron los chicos empecé a viajar con Kim, y lo que empezó como un encuentro casual una noche de Chiang Mai, se tranformó en una historia de amor que ya tiene final. Una de esas historias que nos gustan a los que nos gustan la locura, la aventura y la buena vida, y que no sé cómo voy a hacer para contar, pero que la voy a contar.

– recorrí Angkor Wat durante 3 días en bicicleta.

Angkor.

– en Siam Reap conocí a Budi, un chico del interior de Camboya que trabajaba 24hs los 7 días de la semana, por 30 doalres al mes, y que si faltaba uno le descontaban cinco, y cuya historia bastante triste también va a estar acá.

– estuve en los campos de exterminio del Khmer Rouge en Phnom Phen y en la escuela-prisión S-21, en donde se torturaba y mataba a las personas.

– recorrí vietnam de Sur a Norte a bordo de los Sleeping Bus: colectivos con tres hileras de camas y cuyos conductores manejan por las rutas en medio de la montaña como todos los otros vietnamitas: sin importarles nada, colgados de la bocina y haciendo coletear al bondi de aca para allá. Me desperté muchas veces a la noche, y vi cómo entre el que iba por su carril y el que vuelvía por el otro, se escabullía un tercero que quería llegar más rápido al bondi que tenía adelante.

– me hice un traje que no sé cuándo lo voy a usar, pero que fue especialmente diseñado para vestir mi cuerpo y no otro. Fue en Hoi An, un pueblito que en otros tiempos fue eje del comercio Indochino y que por eso tiene influencias Japonesas, Chinas e Indias, y que es de los más hermosos que conocí.

Sí, lo sé, a mí también me cortaron las piernas.

– trancaroleé como loco en Halong Bay, una isla de piedra caliza con formaciones que emergen del agua dando hábitat a pueblos flotantes y asombro a quienes lo visitan. Me hice amigos que fueron víctimas del choreo descarado del staff del hotel: sin romper las cerraduras y sin otros huéspedes en el mismo. Devolvieron todo.

De este lugar increíble tengo sólo fotos prestadas, una picardía!

– volví a las islas del Sur de Tailandia a pasar 15 de los mejores días de mi vida, que son parte de la historia de amor.

– tuve el peor trabajo del mundo, y sólo duré 13 días: en una fábrica empaquetadora, en medio de líneas mecánicas y cadenas de montaje, metí cada noche miles de kiwis en cajas, a lo largo de 11 horas parado, de 8pm a 7 am. Antes de viajar a NZ me había prometido jamás trabajar en una fábrica de éstas. Ahora sé por qué estaba en lo cierto.

– en 13 días de ese laburo de mierda me pagué el pasaje al otro lado del mundo.

Atardecer TrancaroLa en Ko Tao, Tailandia.

– conocí gente de lo más variada, muchos de los cuales se merecen un lugar en la nueva sección «Personajes», de TrancaroLa poR el muNdo.

– recopilé inforamación sobre precios, hoteles, transportes, tours y muchas otras cosas, que como todos estos otros avances que acabo de enumerar en pocas palabras, van a ir apareciendo más desarrollados y entretenidos en sus respectivas nuevas y fabulosas secciones de TrancaroLa poR el muNdo.

Info. Foto gentileza Tomás "Chile" Fernández.

Hoy, a 169 días de haber empezado mi viaje, extraño mi país, mi familia y mis amigos. Extraño todo lo que quiero y que ahora está lejos. Pero cuando miro para atrás y veo estos 5 meses y medio de historias, aventuras, locuras, alegrías, tristezas, amigos, amores, encuentros y despedidas, estoy feliz. Me doy cuenta que me encanta vivir la vida. Y no sé que me espera para el futuro, pero sí que la vida es corta, y por eso prefiero vivirla intensa.

Quiero vivirla sin jefes que me den órdenes, sin oficinas que me enjaulen y sin nadie que me hinche las pelotas. Quiero vivirla a mi modo y hacerme feliz cada día. Por eso vuelve TrancaroLa. Quiero actualizarlo, con todo lo que pàsó hasta ahora en el viaje. Pero también agregarle secciones, sumarle información útil para otros viajeros y hacerlo más divertido.

Hoy empiezo este nuevo proyecto, algo así como TrancaroLa ReloaDed. Le voy a dar forma y voy a salir a venderlo. A ver si consigo sponsor. Mucha gente con la que hablo me dice que que bueno que estoy viajando, que les gustaría recorrer el mundo. Yo solía decir lo mismo, hasta que un día decidí hacerlo. Lo mismo pasa con esto. Es más fácil creerlo imposible y volver a trabajar a un box o una oficina, pero me gusta más pensar cómo hacerlo posible. Si lo quiero con ganas tiene que ser posible.

De paso por Murchison

25/02/2011 § Deja un comentario

Cuando bajamos de la montaña de Nelson Lakes sólo sabíamos una cosa: no importaba a dónde, pero de St. Arnaud, el pueblo fantasma, nos teníamos que ir, y rápido. Así que agarramos el mapa y comisión du análisis mediante, evaluamos las posibilidades.

Queenstown, una de las posibilidades más tentadoras, quedaba descartada porque teníamos sólo unos 5 o 6 días antes de que el Tanela tuviera que tomarse su vuelo de regreso a Auckland desde Christchurch, que se convertía en otra candidata, pero no nos tentaba como para tantos días. Entonces agarramos el mapa y nos fijamos qué nos quedaba de paso.

 

Cabar en la noche de Murchison

Así fue como caímos en Murchison, un pueblito longitudinal, de 3 o 4 cuadras hacia cada costado de la ruta, y unas 15 de largo, área chica si las hay, pero suficiente para que te pasen este tipo de cosas:

  • Caer en un típico bar de pueblo, tipo lejano oeste yankee, en donde hay 15 rubios que rondan el metro noventa de alto y un tanto más de ancho, dos señoras entradas en edad atendiendo la cocina y una no tan grande y una bastante pequeña a cargo de la barra. Todos se divierten mirando cricket, sin preocupación aparente por la falta de mujeres.

    La joda en Niu Zilan

  • Comer fritanga de la buena, como lo hacen los kiwis cada vez que pueden, sea desayuno, almuerzo o cena. Nosotros la cenamos y porque necesitábamos un poco de carne, aunque sea en forma de hamburguesas.
  • Dormir en la calle y despertarte empapado por el rocío.

    El lugar de los hechos

  • Alquilarte unas bicis y mandarte a recorrer caminos de tierra en subida y bajada, siguiendo el curso del río, y que justo a mitad del círculo de 4 hs que pensabas dar, y con poco tiempo antes de que se termine de hacer de noche, a uno se le pinche la rueda y los tres queden como Toti Pasman. Salvación: Euge y yo fuimos lo más rápido posible a buscar el Sunny y en él volvimos por Cabar.
     

    El momento de la pincchiadura

  • Encontrarte en medio de una bicicleteada con un caminito llamado Johnson´s Track, que te lleva por medio de un bosque encantado flasherísimo hasta un lugar en donde rocas gigantes y punteagudas salen de la tierra hacia el suelo, avisando que en ese mismo lugar hubo un terremoto en 1929.

    Trebol gigante en el Jonhsonñs creek

Trancaroleando

Afuera, el lado equivocado en donde estaban las capas tectónicas

Si mal no recuerdo por Murchison anduvimos 2 días y 2 noches. La bicicleteada estuvo buenísima (aunque terminara antes de tiempo), igual que los restos del terremoto. Una linda escala campestre antes de volver a una «gran» ciudad.

Fungi

 

 

Os pibes

 

 

Fungi II

 

 

De paso por Taupo

14/02/2011 § 2 comentarios

 

Entre Cathedral Cove y Tongariro hicimos una escala en Taupo, ciudad que está más o menos en el centro de la isla norte, a orillas del Lake Taupo (el más grande de NZ) y en una de las zonas donde más maoríes hay. Acá, breve y conciso, algunas de las cosas que nos pasaron en esta ciudad.

  • Vimos un atardecer de la hostia, entre el lago y la montaña.

    Como diría mi hermanita: Chauchaaaaa!

  • Colgamos un rato cerca de un loquero y hablamos con uno de los tantos locos que merodeaba la costanera. Tenía alrededor de 50 pirulos, había estado en Argentina en la década del ´70 y metía miedo. Nos preguntaba por Buenos Aires, le contábamos, y nos repreguntaba acerca de la textura del comino en invierno (temperatura ambiente).
  • Colgamos un rato cerca de un loquero e intentamos hbalar con dos chicas que pasaban. Tenían alrededor de 30 pirulos y deben haber pensado que estábamos chapita y les metimos miedo. Ni bola.
     

    Las bocas de tormenta que no dejan dormir a Mauricio.
  • Nos hicimos los bici voladores por un sendero de montaña pero no tanto a orillas del Waikato River, el más largo de Nueva Zelanda.

    Como Don Carlos, "Tudo bom, tudo legal".

  • Nos hicimos los bici nadadores por el Waikato River, el más largo de Nueva Zelanda.

    Frío. Lo que necesitaría Walter horas más tarde cuando pasara lo que pasó.

  • Cabarulo y yo dormimos en un estacionamiento hasta que Walter nos despertó a los gritos, puteando, gruniendo y refunfuñando porque en medio de una situación confusa por demás, 2 parejas con las que había estado tomando birra le afanaron su mocha (la grande) del baúl del auto y con él en el habitáculo.

    Únicos testigos del hecho.

    Su testimonio cuenta que apenas fue a tomar unas birras al auto de ellos dio por abortada la misión al sentirse algo desorientado cuando esta gente, de manera no muy amigable, le empezó a pedir «ten little bucks for the beer». Parece ser que ante la negativa de Walter decidieron tomar el toro por las hastas y chorearle la mocha.
    En cuanto al acto en sí, nos llegó, de fuentes no muy confiables que digamos, que Walter estaba durmiendo plácidamente y con una sonrisa en su rostro (repito, las fuentes no son de fiar) dentro del auto cuando dos chicas se le acercaron a pedirle plata. Él se negó y siguió durmiendo sonriente (misma fuente). Minutos más tarde escucha un ruido en el baúl que lo hace bajar del auto a ver qué acaece fuera: menuda sorpresa se lleva Walter cuando ve el auto de esta gente al lado del nuestro, pero con el motor en marcha. Nuestro baúl estaba abierto pero apenas atinó Walter a preguntar por qué se daba esto de esa manera, el chirriar de las ruedas sobre el asfalto se hizo presente y tanto los malvivientes como la mocha de Walter y su tanguita rosa, desaparecieron en el acto.

    Walter y la remera que se compró bardeando a Jesús después de lo sucedido.

  • Me pegué flor de cagaso hasta asegurarme de que no se habían llevado ninguna de mis mochas. En una tenía todo mi placard (que no es muy cuantioso que digamos) y en la otra todos mis documentos: pasaportes, registros y carnet de timonel, tarjetas, netbook, cámara de fotos, anteojos y demás. Ambas al lado de la de Walter. También estaban las de Cabar. La de Walter era la más chica y la de menos objetos de valor, salvo por la tanguita (valor sentimental).
  • Quejidos varios por parte de Walter, desconcierto por parte de Cabar y Ó Pibe San.

Después nos llegó de bocas blancas que los maoríes son de hacer estas cosas. La realidad es que según lo que pudimos saber en este mes y medio en la isla, hay bastante discriminación, tanto de un lado como del otro.
La primera persona que conocimos de esta ciudad, era blanca y bastante Nazi. En sólo 20 años había alcanzado un odio bastante repugnante contra los maoríes: no me acuerdo qué argumentaba, pero tampoco me importa, no hay justificación. Además, fue el único lugar de NZ en el que sentimos un clima algo enrarecido por la cantidad de autos de policía que rondaban constantemente la ciudad. Así que al otro día, ni bien pudimos, nos fuimos.

Un detallado, pormenorizado, exhaustivo, erudito y por qué no honorable, inventario de lesiones que hoy por hoy aquejan mis pies.

21/01/2011 § 1 comentario

A 22 días de haber empezado el viaje, bajo la cabeza y cuento, en las plantas de mis pies y alrededores:

Pie izquierdo:

  • 1 herida cortante, de 2 cm aprox., devenida en ampolla explotada, en la punta del dedo gordo.
    Data de un día.
    Estado: aguda.
  • 1 herida interna que creo ser un esguince en lo que creo ser el metatarso del dedo gordo.
    Data de no me acuerdo cuándo, o sea que no data.
    Estado: crónica mientras sigamos de playa.

Pie derecho:

  • 1 herida importante en la uña del dedo gordo: se me dio vuelta la uña jugando fútbol playero, seguramente tirando alguna “Magic Wellcomed” para la cual no estoy del todo apto. Después se partió y se me cayó la mitad.
    Data de 5 días.
    Estado: agudo pero mejorando.
  • 1 ampolla de sangre de 0.7 cm de diámetro en la punta del dedo gordo. En realidad es ovalada, pero como no sé cómo se miden los óvalos, tiro el diámetro aprox.
    Data de 6 días o más.
    Estado: inofensiva, indolora, decorativa (parece otro lunar)
  • 1 herida tipo tajo en el pliegue que se forma entre el dedo gordo y en donde apoya lo que creo ser su metatarso.
    Data del primer día del viaje.
    Estado: crónico y metamorfoseándose (cambia de pinchadura a tajo, de tajo a agujero, de agujero a no tan agujero, y así).
  • 1 herida punzante propia de la que te genera una espina que hace varios días aloja en la planta de tu pie.
    Data de hace varios días, sin precisión.
    Estado: agudo, a solucionar en la brevedad mediante excavación con aguja.
  • 1 herida tipo circular cerrada, tipo cicatriz.
    Data de estos días.
    Estado: restos.
  • 1 mil o más heridas tipo ronchas rosas tirando a rojas (coloradas si sos de zona norte, man) producto del ataque indiscriminado de mosquitos y sandflys durante 7 días de Abel Tasman National Park con el Off en el baúl del Sunny (a 20 km aprox.).
    Data del día a día.
    Estado: picando como nunca antes me había picado nada, y empeorando.
  • 1 picadura rascada y devenida herida profunda y circular, tipo carne viva, de 1.5 cm de diámetro aprox.
    Data de 1 día.
    Estado: consciente (prefiero rascarme las otras que todavía no están tan mal).

Si contamos las un mil o más picaduras como una sola herida (cosa que no está tan fuera de lo real, ya que cuando me rasco, me rasco todo el pie junto, entero, con todas las 10 uñas de todos mis sendos dedos, como si se tratara de una sola herida y, por ende, de un solo tratamiento científico) sumo 9 lesiones de distinto tipo, factor, envergadura, data y estado. Son muchas, y cada una dueña de un lugar, más precisamente un bullet, en “Un detallado, pormenorizado, exhaustivo, erudito y por qué no honorable, inventario de lesiones que hoy por hoy aquejan mis pies”.

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