Personajes de viaje II: «El Dude»

25/07/2011 § Deja un comentario

Su remera lo delata.

Estaba a punto de ponerme a filosofar barato acerca de cómo El Dude llegó a Os Pibes, hasta que vi sus fotos y me despabilé de que mucho análisis no hace falta para dar una idea de lo gracioso y divertido que este tipo rubio de pelos largos y casi dos metros de envergadura puede llegar a ser.

Rotos?

Ocurrente.

El primero en tener el gusto fue Cabar, birra en mano, mientras esperaba encontrarse con Gabo y Luquitas en Khao San Road después de un largo trajín desde Auckland a Bangkok. Como los chicos no llegaban no tuvo mejor idea que sentarse en un bar a combatir con unas frescas el sofocante calor asiático. Enhorabuena Cabar!

Claro que sí! Comisión du análisis piragna!

Un tipo tierno el Dude.

Anders Lihmé, nacido en tierras de la Reina Isabel pero instalado en las temperaturas tropicales de Bangkok, bajo el seudónimo de “El Dude” y con una remera que así lo acredita, compartiría muchas otras innumerables cervezas con Os Pibes. Claro, fueron noches de fiesta, alboroto, extravagancias  algarabía y excesos las que vivimos con El Dude.

Rotos? (II)

Dicen los lugareños que a pesar de que luego de la partida de Os Pibes a esa cabellera blonda que asoma por sobre la muchedumbre ya no se la ha visto flamear con la misma cadencia, al hacerlo denota su auguriosa esperanza de volver a encontrarse pronto, detrás de una barra, gastando las pistas, riendo jocoso o intercambiando unos buckets, con este puñado de amigos.

El Dude y lo muchacho. (Y la cara de Luciana????)

Mientras tanto, diseminados por el mundo, sus compañeros de andanzas añoran los tiempos en que perdidos entre el gentío no importaba cuánto se hubieran mamado, el sólo levantar la mirada les era suficiente para divisar en lo alto a El Dude enseñándoles el camino.

Dos metros de pura magia, también en las pistas!

ALTA (y baja) FOTO! EL DUDE y luciana.

«Smoke in the kitchen»

16/06/2011 § 4 comentarios

"Black Mother"

Con ustedes, Mhel. La primera persona que conocimos en Asia y una muy digna de inaugurar la secciones «Personajes» de TrancaroLa poR el muNdo.

Fue en el ferry que nos llevaba desde Don Sak, en la parte continental del Sur de Tailandia, hasta Ko Phangan. Lu y yo veníamos de casi 3 días viajando (Nz, Australia, Phuket, Ko Phangan), bastante rotos, así que nos tiramos a laburar un poco el bronceado en la parte de adelante del ferry. Ahí vimos como la gente aterrorizada comentaba las piruetas de Mhel, este morocho de pelos largos que con pocas ropas cubría sus apenas 50 kilos, y a quien según él mismo, la gente veía más como un junkie que como un par. Él se reía de ellos.

Nos contó que lo que hacía era su «gimnasia yoga», con la particularidad de que la llevaba a cabo enroscándose en las barandas del barco y deslizándose de una a otra a 15 metros de altura sobre las profundidades del Golfo de Tailandia. Su madre le había enseñado eso, aunque ahora se decía hijo de la «Black Mother» (algo así como una fuerza sobrenatural que lo protegía de las maldades).

La gente lo miraba.

Mhel nació en India, y habla 7 idiomas. Vive sin plata, vagando de acá para allá, visitando amigos, escapando de la policía cuando lo persigue o trabajando en las plantaciones de haschis en Nepal (donde asegura se cosecha el mejor hachis del mundo). Su trabajo era ayudar a los turistas a manejarse por estos lados del mundo, a cambio de comida, un vino o lo que fuera. Pero no le gusta tener plata, dice que el dinero transforma a la gente, prefiere no necesitarlo.

Le gustan las mujeres y muchas veces intenta seducirlas para llevarlas a la cama. Pero no le interesa más que agasajarlas y dormir con ellas. Es virgen. Y dice que lo va a seguir siendo hasta casarse, porque prefiere «pensar con la cabeza de arriba, y no transformarse en un Pepe Le Pew».

Acá lo vemos charlándose a unas chicas, pero sin jamás llegar a Pepearlas.

Charlando de esto y aquello nos contó su regla número 1: «No organizar este tipo de cosas para estas horas de la noche». La misma refería al horario en que estaba llegando el barco a Ko Phangan, eran cerca de las 9 y ya de noche. Entonces todo se hacía más difícil: conseguir tuc-tuc, encontrar a los amigos, moverse de acá para allá… ¿Por qué poner un barco llegando a las 21 y no a las 15?

«Smoke in the kitchen» era su regla número dos. Obvio, ¿cómo no serlo? Claro, en Tailandia fumar droga, como dirían mi vieja y Nico, es delito punible de 30 años de carcel. Y qué mejor forma de evitar esta condena que dejar que la gilada fume en el living mientras uno fuma en la cocina, ¿no?

Y así empezamos a ponerle reglas a cada boludez se nos ocurría. Creo que llegamos hasta la regla 11 o 12, pero de la única que me acuerdo es de la 8, una de las más importantes, que vaticina que «Todas las reglas tienen su razón de ser, ninguna es arbitraria ni discutible».

Tenía esa carterita y no sé si algo más que se olvidó en el barco.

(Lu, por favor, si te acordás más detalles sobre Mhel, y sobre todo de las otras reglas que inventamos, pasamelas! No entiendo cómo hace 4 meses que vivimos sin ellas!)

Y subo este video en el que lamentablemente no se ve mucho, pero se intuye algo de la mirada intensa que tenía.Y él lo sabía.

¿Dónde estoy?

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