Imágenes de este planeta (aunque parezcan de otro!)

26/11/2011 § 4 comentarios

Magic Welcomed en Mt. Maunganui, Isla Norte, Nueva Zelanda.

Con estas dos fotos le doy la bienvenida a esta nueva, escalofriante, prometedora y cumplidora sección!

Dedicada con amor a todos aquellos a quienes la lectura no les sienta tan a gusto, pero que no por eso quieren perderse el privilegio de disfrutar de las maravillas de la vida junto a TrancaroLa poR el muNdo, tanto como a quienes adosados a su silla de trabajo empiezan a sentir algo así como una comezón en el culito, una de ésas que necesitan tan sólo de un pequeño empujoncito para transformarse en un viaje inspirador!

Paz!

Isle of Skye, bien al norte de Escocia.

A dónde fui y a dónde quiero ir? (A modo de actualización del itinerario)

26/11/2011 § 1 comentario

Atardecer en el lago, Princes Club, Londres.

Siendo 26.11.11 creo que ha llegado el momento de actualizar, aunque sea de forma escueta y a modo de resumen fugaz, este post («A dónde voy?«).

Desde el 29 de diciembre, que dejé Buenos Aires, anduve TrancaroLeaNdo poR:

Las dos islas de Nueva Zelanda, desde Auckland en el norte hasta Queenstown bien al sur, durante 1 mes y medio, la mayoría del cual dormimos en la calle, playas, parques y etcéteras de esta índole. De ahí crucé al Sudeste Asiático, un lugar mágico si los hay, en donde me quedé 3 meses vagando por Tailandia, Laos, Camboya, Vietnam y Tailandia otra vez.

En mayo y muy a mi pesar, volví a NZ, en donde después de 3 semanas de frío y aburrimiento, me agarró la loca y me compré de un día para el siguiente, un vuelo Auckland-Hong Kong-Amsterdam. Y eso que me da miedo volar. Viajé 28 horas en asientos no reclinables para ver si funcionaba una historia de amor que lamentablemente no prosperó.

Atardecer en Glen Coe, en el corazón de las Highlands, Escocia.

Después de unas semanas en Amsterdam, me subí, bajo una lluvia torrencial de granizo, a mi nueva bici holandesa, con una mochila de 20kg sobre la espalda, otra de 10kg del lado del pecho, un traje que me hice a medida en Hoi An, Vietnam (uno de los pueblitos más lindos en los que estuve) colgando del manubrio, un bolsito lleno de cosas y dos bolsas con provisiones para el viaje. Me iba en tren a Londres, y de ahí a Winchester, según lo indicaba mi «plan B».

Después de 2 semanas viviendo con mi tío favortio, el Dogor, conseguí trabajo como instructor en la escuela de wakeboard más grande de Europa. Con mi bici y la mitad de todo el equipaje (que muy a mi pesar sigue creciendo en cada destino) me instalé en lo que sería mi nuevo hogar: una casa rodante a orillas de uno de los 7 lagos del predio. El día de la entrevista me pedí vacaciones: mi tío se iba a menorca y me había invitado. No le podía decir que no.

El 16 de agosto, y después de 8 días de juerga, playas paradisíacas, familia, alcohol, magic welcomes, dulce de leche y español, volví a por mis dos últimas semanas de  trabajo en Londres. Un bondi, uno de los bien malos, me dejó en Edimburgo y empezando por ahí me recorrí bajo la lluvia gran parte de Escocia.

Un Adolfo (Castelo) a través del vidrio, Highlands, Escocia.

El próximo paso sería Sevilla. Me llamaron de otra escuela de Wakeboard para venir (hoy escribo a orillas del Guadalquivir!) a dar clases y encargarme de todo el departamente de comunicación de la empresa. ¿Qué más podía pedir? Wakeboard y publicidad juntos, una cabaña frente al río y en el marco de una ciudad alucinante. Encima la recibida fue con Magic Welcomed incluida, y pronto se vendrá el post.

Ahora, ya recuperado de la economía de guerra, toca empezar a viajar otra vez. Diciembre se lo dedicaré al sur de España y, tal vez, me pegue una vuelta por París a visitar a Chchch, una de mis hermanas. En el interín me voy a enfocar plenamente en el blog, con sólo un objetivo entre cejas: volarle la peluca!

TrancaroLeaNdo en alguna de las 24 hs del crucero Portsmouth-Santander, Inglaterra-España.

Qué me depara para después?

En enero me voy a Marruecos, con una secuaz de lujo que ya muy prontito tendrá su correspondiente presentación en el blog! No sé ni por cuánto ni cómo ni a qué lugares, pero nos vamos! Y después de eso, ahí sí: o el sur de África o India, Nepal e indonesia. O por qué no, las dos!

Como dije cuando escribí la primera parte de «A dónde voy?» allá por diciembre, casi un año atrás: cuando viajo, lo que más me gusta es improvisar.

pd. Me faltan subir las mejores aventuras, curiosidades, gastronómicas, imponderables, personajes, robos, avistamientos du fauna, miceláneas, trapisondas y demás del viaje. Me falta todo Laos, Camboya, Vietnam, Tailandia, NZ, Amsterdam, Inglaterra, Menorca, Inglaterra, Escocia y Sevilla. Pero lo estoy trabajando! Se vienen grandes avances en TrancaroLa poR el muNdo, espero lo disfrutemos todos!

Así, improvisando sobre la marcha, fue como llegué a la Isla de Skye, en el norte de Escocia.

La diva del postre asiático: el Banana Roti.

16/11/2011 § 4 comentarios

GaStronÓmicas, en TrancaroLa poR el muNdo.

Un Banana Rotisero que se dio vuelta como un panqueque.

“Life is short, eat dessert first”. Cuánta sabiduría en tan poco lugar. Seis palabras y una gran verdad que quedaron adosadas a mi memoria tan rápido como las escuché y que hoy en día se me hacen recurrentes cada vez que al llegar a casa retorciéndoseme las tripas agarro, junto con la sartén y un par de milanesas, el dulce de leche y una cuchara, como para ir tirando.

En el sudeste asiático no existe el manjar acaramelado, pero por la módica suma de entre 30 y 50 Baht (U$S1 / U$S1,60) podés hacerte anfitrión de una fiesta estomacal.

La previa.

Símil panqueque, el Banana Roti es un postre rápido, rico y que, aunque simple a la vista, guarda sus buenos secretos. Una de sus afamadas características es que su degustación empieza mucho antes de probarlo. El momento de la cocción es todo un ritual en el que una bola de harina insulsa deviene exquisitez. Tanto el cocinero experto en la materia como quien se relame frente a él, crean un universo paralelo cuyo epicentro sísmico es esa esfera harinosa que después de un par de revoleos y golpes está lista para pasar a la sartén. La tensión se siente en el ambiente: nadie quiere un Roti agujereado y solo el buen tino del cocinero-artista puede evitar la catástrofe ante la mirada crítica de quien se lo va a comer. Obviamente y como con todo, rotiseros están los que se la saben lunga y los que no tanto.

Banana roti con leche condensada.

Una vez al fuego la clave reside en que las rodajas de banana, en lo posible abundantes, lleguen a cocinarse, siendo el dulzor resultante la esencia de un buen Banana Roti. El favorito de un servidor es el que viene con nutella o baño de chocolate a caballo, y leche condensada, pero los hay también con salsas frutales.

Una que encontré navegando la web, sobre cómo se prepara.

En tierras orientales lo encontrarás en cuanta feria vayas así como también en puestitos callejeros especializados y, además del susodicho, se pueden pedir de huevo, currys y otros salados. Pero el de banana chocolatoso no tiene igual.

Ideal tanto para el desayuno como para la merienda, la cena y los entremés.

Les dejo un video con la preparación de un roti de huevo previo a mi Banana Roti inaugural, en Myanmar.
Bon apetit!

«HOME»: la vida en la tierra y cómo vos y yo podemos actuar.

09/11/2011 § 4 comentarios

Todas las imágenes de este post corresponden al documental.

Una de las tomas de la peli.

Home es un documental dirigido por Yann Arthus-Bertrand, fotógrafo francés de National Geographic, y una de las piezas más hermosas que pueda existir acerca de nuestro planeta.

Corales, una pieza fundamental en el equilibrio ecológico.

Recorriendo el mundo entero y trayéndolo a nosotros con imágenes tomadas en su totalidad desde el cielo, la película cuenta cómo fue que a lo largo de casi cuatro mil millones de años de evolución miles de factores se combinaron de tal manera como para que apareciera la vida en la Tierra.  Un equilibrio entre todos los componentes del ecosistema es la clave que hizo esto posible, pero al estar éste constituido por millones de elementos, se trata de un estado que está constantemente amenazado por una gran fragilidad. Un equilibrio que, sin embargo, perduró durante miles de millones de años gracias a que cada especie supo aprender a convivir armónicamente con las demás.

Hasta que llegó el hombre.

Un poblado que muestra la peli.

Buscamos en los animales la fuerza que no tenemos nosotros.

Lejos de aparecer en Mordor, tuvimos la suerte de llegar a un lugar en donde todo funcionaba perfecto, un auténtico paraíso que nos invitaba a tener un lugar.

Pero fallamos en lo esencial.

Amontonados.

En lugar de mirar alrededor y aprender de lo que nos rodeaba, la vida en un mundo lleno de posibilidades, nos concentramos en mirarnos los ombligos. Olvidamos que éramos invitados para pretender erigirnos en dueños, amos y señores. La codicia y el egoísmo nos hicieron pensar en dominación cuando sólo había que compartir. Y no sólo tuvimos la loca idea, también lo conseguimos.

Destrucción.

Con sólo 200.000 años de vida logramos domesticar el mundo y moldearlo a nuestra voluntad y merced. Nos olvidamos de la paz, la armonía y el equilibrio. Los rompimos. Y una vez que lo hicimos, ahora nos convencemos de que no es nuestra responsabilidad.

Naturaleza viva.

Hay un sólo camino?

Hicimos de un paraíso, una bomba de tiempo. Pero tenemos una última oportunidad. Home se estrenó en 2009 al aire libre y en simultáneo en muchas ciudades del mundo. Para ese entonces, se calculaba un resto de tan sólo 10 años para cambiar la tendencia. Pasaron dos casi tres. La XV conferencia sobre el cambio climático de la ONU, que se llevó a cabo en Copenhague en diciembre del 2009 y estaba considerada como un punto de inflexión fue un rotundo fracaso. Los países ricos, ésos que más aportaron y siguen aportando al ensamble de esta bomba de tiempo, se negaron a cambiar.

Increíble.

Ricos vs. Pobres

Es tiempo de pensar qué mundo queremos. Qué aire vamos a respirar. Y si vamos a hacer algo, o sólo esperar a que (no) lo hagan los demás.

Pego la peli acá abajo. Espero les guste, la fotografía es increíble y se puede aprender mucho.

Salut.

Hola TrancaroLa paRa el muNdo!

07/11/2011 § 9 comentarios

Pai Canyon, Tailandia. Uno de los lugares que más me gustan de los que estuve en el mundo.

Bienvenidos a TrancaroLa paRa el muNdo!

Hace ya un tiempito empezó a rondar por mi cabeza la idea de que el blog tenía que tener un espacio solidario. La historia de Budi, un chico de 22 años que trabajaba 24  hs por día y 7 días a la semana en el hostel de Siam Reap donde me quedé, fue uno de los disparadores. Él es del interior de Camboya y a cambio de cuidar, limpiar y recibir a la gente en el hostel le pagan U$S1 por día, pero si se enferma y no puede trabajar, le descuentan el quíntuple (U$S5). Mientras estuve ahí lo ayude como pude: le ofrecí mi amistad (o algo así como una amistad de 5 o 6 días). Cada vez que llegaba me quedaba charlando con él, me contaba sus cosas, sus sueños, jugábamos al pool, tomábamos la merienda (le comprábamos galletitas o lo que fuera), etc. La historia entera es muy triste y la voy a postear cuando llegue a Camboya con el blog, pero más allá de eso la realidad es que casos como éste hay miles y no puedo pretender ayudar a alguien sin tener ni fondos ni recursos ni medios. No por ahora (aunque lo tenga en mente para un futuro).

Sin embargo, hay otro aspecto en el que puedo (igual que todo el mundo) aportar y empezar a devolverle al mundo todo lo que nos da. Es por eso que inauguro este espacio (que para mí, y ojalá así sea, puede ser mucho más que una simple sección más).

A través de TrancaroLa paRa el muNdo voy a intentar compartir por qué pienso que no da lo mismo dejar la luz del pasillo prendida toda la noche y por qué refugiarse en “lo que yo haga no va a cambiar nada” me parece la postura más cómoda y cobarde que se puede tener al respecto. En esta nueva dimensión que hoy tiene el blog, me gustaría compartir con todos, con los que separan la basura aunque en BsAs nadie recicle tanto como con los que dejan el monitor encendido hasta el lunes (por si los que limpian la oficina se quieren bajar algún que otro hitazo?), cuanto dato tenga y encuentre acerca de qué podemos hacer para cuidar el planeta y dar vuelta una situación ambiental que cada vez es más terrible, triste, lamentable y urgente.

Subiendo documentales, noticias, informes, videos, estudios, emprendimientos interesantes, iniciativas y formas de actuar, intentaré transmitirle a los pocos que leen mi blog (que esperemos en algún momento sean muchos más) lo mismo que charlo con mis amigos.

Cuántas veces habré escuchado que sí, que puede ser, pero que uno se lave los dientes con la canilla cerrada no cambia nada. Tan triste y egoísta.

Es cierto que no le voy a pedir a una persona de 60 años (nuestros padres por ejemplo) que empiecen a apagar las luces de las habitaciones cuando no están. Ellos vivieron gran parte de sus vidas de una manera y lo más probable es que no lo vayan a cambiar. Y no se los puede juzgar por eso. Pero nosotros somos la generación joven. Los que nos la damos de tener la cabeza abierta. Y justamente por eso, los que tienen que cambiar. Si yo apago las luces cuando no las uso tal vez no mejore nada. Al corto plazo. Si yo las apago y vos las apagás pero el senior de nuestra empresa no las apaga, tampoco es letal. Pero la cosa es que mientras nuestra generación apague las luces, a nuestros hijos no les va a siquiera entrar en la cabeza la posibilidad de dejarlas prendidas. Y ahí es donde está el cambio. Ahí es donde yo veo cómo mi cambio sí y definitivamente puede ayudar. Y mucho.

Halong Bay, Vietnam. Éste lugar, magestuoso, figura en mi memoria también por la increíble cantidad de botellas de plástico que navegan sus aguas.

Sólo hay que actuar.

Nadie habla de revertir la situación de un día para el otro. Pero decir que es imposible es bien de cagón. Y de egoísta. Y de ventajero. Propio del que disfruta de todo lo que el planeta le da (la posibilidad de vivir de hecho), pero que ni bien puede le mete el dedo en culo de atrás.

Prefiero apagarlas y que me miren como un boludo. Obviamente olvidarlas prendidas es mucho más fácil. Pero a veces es preferible sentirse uno de los pocos boludos antes que un garca más.

(TrancaroLa paRa el muNdo va a funcionar como una dimensión paralela a todo lo que tiene que ver con los viajes, pero relacionada. Por eso cada novedad aparecerá en la home, pero el conjunto del contenido estará con su respectivo link en la barra lateral izquierda del blog).

Cascadas en Luang Prabang, Laos. Otro regalo de la vida.

GaStroNómicas en TrancaroLa poR el muNdo

06/11/2011 § 4 comentarios

Sección dedicada a mis amigos personales Cabar, Walter «tablita de quesos» Queijeiro (alias Tanela) y Juanchi.

Pad Thai, el mejor que comí, en una playa paradisíaca de Koh Tao, Tailandia.

Entre las muchas formas de mimar el alma que te regala el TrancaroLeo aSiático, la experiencia culinaria es una de las que se merecen una sección propia en TrancaroLa poR el mundo.

Llegar a un país nuevo y desconocido para empezar a vivir su cultura supone una excitación que, entre muchos otros, también se da en el plano gastronómico. ¿Qué viajero que llega a tierras lejanas no se pide, a la hora de sentarse a la mesa, eso que no sabe qué es ni cómo se come pero que es lo ve en manos de los lugareños?

Sea Food, un clásico a la orden del día.

Ensalada marina, en el curso de cocina que hicimos con Cabar en Chiang Mai, Tailandia.

Sin embargo, en el caso de oriente, hay quienes luego de unos pocos días empiezan a experimentar una mutación de ese encantamiento ante lo nuevo que poco a poco empieza  a devenir en un principio de irritación ante lo que aseguran ser “una variedad monótona de arroces con alguito más para camuflarlo, y que termina siempre teniendo el mismo gusto”. Nada más lejos de lo real.

Nos ha pasado de conocer en el norte de Tailandia a un grupo de gente que viajaba por el país hacía alrededor de tres semanas y que para nuestra sorpresa lo único que habían probado era el Pad Thai, un típico plato Tailandés de lo más rico, pero que si lo comés todos los días no tiene muchas más variantes que un Pad Thai con pollo, con mariscos, con verduras o con huevo.

Test de calidad.

A comeeeeeeeeeeeerla!

En TrancaroLa poR el muNdo el comer no es una necesidad, sino uno de los grandes manjares de la vida. Es por eso que pocas veces hemos visto nuestro plato teñido con los mismos colores u oliendo como la última vez. Hemos saboreado a lo largo y a lo ancho menúes de restaurantes, carteles de puestitos callejeros, opciones de vendedores ambulantes y variedades de comida casera las veces que nos invitaron. La vida me ha dado un gran don: coma lo que coma, nunca engordo. Así que a la hora de comer, lo hago a lo grande.

Arrolladitos de banana con leche condensada, by O Pibe, un manjar muy fácil de preparar..

Sweet & Sour Chicken, by O Pibe también en Chiang Mai.

Panang Curry.

Y en esta nueva sección GaStroNómica de TrancaroLa poR el muNdo, intentaré acercarles con fotos, videos, recetas y relatos, aunque sea una partecita de todos los sabores que me vienen acompañando desde que extraño el asado con fernet, en familia o con Os Pibes.

Salut.

Ingredientes para un buen Curry.

La materia prima, en un mercado de Bangkok.

Indian Curry with Rice, en Bottle Beach, Koh Phangan.

18 hs. sin pasaportes en la dictadura de Myanmar.

05/11/2011 § Deja un comentario

Cruzando el Rolo (Puente).

Mapa Mae Sai, Tailandia, y Tachileik, Myanmar.

Cuando tu goce de legalidad en el sudeste asiático depende de la destreza de un “my friend motoquero” para esquivar transeúntes a altas velocidades (léase autos, buses, motos, perros, carritos, niños, puestos ambulantes y gente, entre otros) con el fin de llegar en cuestión de minutos a un puente en cuya otra punta te espera un régimen dictatorial, la tiranía de un país mucho más subdesarrollado que Tailandia, se te llena el culo de preguntas.

¿Qué locura estoy haciendo? ¿No era más simple ir al aeropuerto y olvidarse de “el visado heroico”? ¿Habré limado en mandarme solo a Myanmar? ¿Serán amables los lugareños? ¿O se parecerán más a las típicas aves de rapiña con sed de trapisondas que suelen infestar los pueblos de frontera? ¿Y los milicos? ¿Habrá alguien que hable o entienda algo de inglés? ¿Conseguiremos lugar dónde pasar la noche? ¿Y uno que no sea la calle? Ya que la saqué a pasear por toda Asia, ¿por qué carajo no me traje también acá la bolsa de dormir?

Pueblito rutero. Norte de Tailandia camino a la frontera.

En la estación de colectivos de Chiang Mai había conocido a Kyle, un estadounidense que estaba en las mismas condiciones visísticas que yo y que a partir de entonces y por unos días sería mi nuevo compañero de viaje. Juntos y bien rápido, gracias a una primera experiencia Myanmaresa de lo más rara, empezamos a obtener las respuestas a todos nuestros interrogantes.

Kyle y Chang, una dupla explosiva.

En ésta lo vemos regateando.

En la puerta de la habitación, justo en frente de Tailandia.

Habiendo superado las oficinas fronterizas tailandesas, sobre el otro lado del puente orientales marmolados nos hacen entrar a un cuartito frío y oscuro revestido en durlock: el gabinete de los milicos que nos sellarían la entrada al país vecino no se diferenciaba mucho del puesto gendarme que una vez visité en la entrada a Esquel, en el sur de Argentina. Hago entrega de mi pasaporte argentino a un tipo parco y serio, cercano al metro noventa, de ojos achinados, piel casi morena y disfrazado de militar, que ni bien lo recibe cambia abruptamente el semblante. Una sonrisa se apodera de su cara y su lengua empieza a bailotear mientras improvisa un monólogo sobre Messi. La mitad de su inglés era incomprensible, pero le decimos a todo que sí, que todo muy lindo. Acto seguido, cajonea nuestros pasaportes y a cambio nos da una tarjeta poco más que pedorra, con una foto digitalizada sobre un cartón que también lleva impresos nuestros nombres. Aunque parezca mentira, así da por finalizado el tramiterío, aunque no sin antes aclararnos que cuando saliéramos del país nos devolvería nuestros documentos originales y recalcando, ante nuestras miradas atónitas, que no había de qué preocuparse, que ahí iban a estar seguros. Estupefactos, y con pocas ganas de que nos despacharan sin nuestros pasaportes, le preguntamos qué pasaría si quisiéramos recorrer el país y salir por otro puesto fronterizo: “muy fácil, no pueden”.

Identificados.

Chan.

y como diría Nico Roseeeeeeeeeeeeello: "chara ra ra ran!"

Sin pasaportes, pero bienvenidos.

Empezando nuestra estadía en Myanmar de esta manera, todo pintaba raro. Nos metimos en un país regido por una dictadura, en donde nadie habla casi nada de inglés, sin nosotros saber descifrar siquiera un gesto myanmarés, sin pasaportes, sin lonely planet y sin ni la más puta idea de dónde ir. Para colmo, como es costumbre en pagos asiáticos, no pasaron más de 30 segundos desde que salimos del gabinete antes de que se nos adosara un “my friendcito” que, ilusionado con recibir algo a cambio, se empecinó con acompañarnos a donde fuéramos, a pesar de que ninguno de los tres sabía dónde quedaba eso.

El de la izquierda es "el myfriendcito". (Sí, ya sé, una alta foto...)

Señas mediante fuimos alcanzando un entendiendo que llegó a un pico de hasta casi un gesto inequívoco por cada litro de saliva infértil. En ese interín, llegamos a este hostel.

Guest House, pero no están invitados!

El lugar parecía un oasis. Un cartel mitad en myanmarés mitad en inglés («Guest house») y una señora detrás del escritorio que hablaba inglés mejor que Anamá Ferreyra castellano, encendieron nuestras ilusiones. Pero como dije antes, era sólo un oasis. Los empleados eran harto duchos en la lengua sajona, pero el gobierno no les permitía alojar extranjeros. Tal vez, justamente, porque la hablaban demasiado bien ante los ojos de un régimen dictatorial. Tan rápido como llegamos, nos mandaron a mudar.

Esto creo que era algo así como un video club.

No apoyarás.

Sí buchonearás.

Desvanecido el espejismo, nos toca seguir pateando la oscuridad de calles de tierra bordeadas por zanjas inmundas cuyas aguas hacen las veces de recolector de basura. El olor es terrible y la fauna que las habita abarca todo tipo de especímenes, siendo cucarachas y ratas las estrellas de la noche. Después de recorrer (casi) toda la ciudad sin mapa (al parecer por estos lados del mundo no conocen los mapas: no los tienen cuando se los pedís y no se ubican en su propia ciudad cuando se los mostrás) llegamos a un hostel relativamente barato y lo más importante, con una habitación vacía, dos camas, baño y colchones tan duros que le agregan un asterisco a mi usual afirmación de que los colchones me gustan duros. Después de la larga caminata y varias “guest houses” llenas (por “guest house” en este pueblito de Myanmar entiéndase un sucucho con dos colchones, sin luz natural ni ventilación alguna, y muchas veces hasta sin llave ni candado), pernoctaríamos a 300 metros del puente, inmersos en un barrio que vive de sus mercados callejeros (como mucho pueblo fronterizo) y durmiendo sobre el río. Si me caigo de la cama, chapuzón y Tailandia.

Basura en la calle I.

Basura en la calle II (versión zanja putrefacta).

Instalaciones eléctricas polémicas por todos lados y al alcance de la mano. La iluminación en las calles era un cable cruzado del cual colgaba un foco o tubo fluorescente.

Contacto.

Una vez dejadas nuestras cosas en nuestro nuevo hogar, salimos a por otra caminata y, lo más importante, en busca de algo para comer después de un largo día de buses tailandeses y trámites. Enseguida encontramos un lugar de lo más extraño cuya principal característica no sé si era que todos nos sentábamos en las mismas sillitas que cuando íbamos al jardín de infantes o que tenían 3 LCDs de 40 pulgadas separados por 2 metros entre cada uno y con diferentes programaciones: el primero pasaba fútbol inglés (Man United vs Chelsea), el que le seguía miceláneas y el último videos musicales. La audiencia estaba compuesta 100% por hombres y todos miraban el partido de fútbol desde sus sillitas plásticas coloridas, pero el único LCD con volumen era el de los videos musicales. El dato de color y bizarro es que lo que sonaba eran melodías occidentales con letras raperas myanmaresas. Con los fervientes seguidores de TrancaroLa por el muNdo en mente, tuvimos el buen tino de pedirle a una de las camareras que nos anotara en una servilleta la traducción del rapeo myanmarés sobre la melodía de Celine Dion. El mismo buen tino del cual carecí cuando perdí la susodicha. (Es decir, no hay traducción, ni foto).

Reposando en los "colchones".

TrancaroLeo matiNal.

El bar-jardín de infantes.

Banqueteando.

Terminada la velada cenística, era hora de deambular por el pueblo. Como es de imaginar, un pueblito fronterizo entre Tailandia y Myanmar ya entrada la noche no es precisamente lo que uno se atrevería a calificar como “La joda loca”, pero algo hicimos. Empezamos con partidos de pool y cerveza al lado del puente. Cuando salimos después de un par de negras adentro, ya algo entonados por cierto, una melodía siniestra que de lejos llegaba a susurrarnos al oído haríanos girar la cabeza hacia aquello que alguna vez sospechamos y que hubiéramos preferido no develar: nuestros pasaportes corrían serio peligro. Ahí nomás, a unos 30 o 40 metros horizontales y pongámosle otros 10 verticales, divisamos a través de la ventana del gabinete militar del puente, entre luces de colores, botellas de formatos varios y un importante algarabío, enfiestados, bailando, saltando y sobre todo bastante alcoholizados, en fin, cachondeando, a los mismos gendarmes que hacía un par de horas nos habían dicho “sleep with no blanket, daddy”.

Poolacho.

Ésta es la terraza del hotel arriba de la loma, mucho no se ve en la foto...

Moda. Otro bar con sillitas, esta vez de salita de 4 (amarillas).

Risas mediante nos fuimos a tomar un poco más de birra a un hotel arriba de la montaña, nos clavamos luego en un puestito callejero el primer “Banana Rotti” del viaje (un alto postre que próximamente y con video de su cocción incluido estará inaugurando la nueva sección “Gastronómicas” de TrancaroLa poR el muNdo) y con la panza llena, derecho al sobre.

Esto es un Banana Rotti y en breve subo el video de su cocción.

Al día siguiente bien temprano nos mandamos a ver el pueblo de día y a visitar sus templos. La Tachileik Shwedagon Pagoda es la más importante, se encuentra arriba de una loma y lo que más me quedó grabado de ella es cómo me indigné al ver como myanmareses vendían la libertad de pájaros que ellos mismos habían enjaulado, cambiándola ahora por dinero con el estúpido pretexto de que a quien los dejara en libertad se le cumpliría un deseo por pájaro.

La pagoda en la cima de la montaña.

Kyle y Buddha

Esta campana había que golpearla 9 veces y liberabas la mala energía.

Había nueve de éstos alrededor de la torre, cada uno representando a un animal distinto.

En éste, la serpiente.

Otro templo y los mini-monjes limpiando.

Así pasó nuestra aventura myanmaresa. Pocas horas y mucha caminata, tan solo en un pueblo de frontera. Nada que nos pueda hablar en profundidad de la cultura del país o de su gente, pero sí un vistazo fugaz y superficial que nos cuenta cuánto más pobre y subdesarrollado es con respecto a su vecino tailandés. Tanto, por ejemplo, que en éste pueblito de frontera si querés pagar con moneda local, no te la aceptan, te piden el Baht tailandés en cambio.

Divisas varias.

El desayuno en el bar-salita de 4. Notar el detalle de los puchos.

Una de las calles aledañas.

El mercado en nuestro barrio.

En todo el sudeste asiático mantenían insignias y decoración sobre navidad y año nuevo, a pesar de ser ya febrero o marzo.

Una de misceláneas.

18 hs. más tarde de haber entrado, me fui de Myanmar sabiendo cómo decir gracias («Jae Zu Din Pa De») y con 15 nuevos días de estadía en mi amada Tailandia.

Myanmar-Tailandia, y en el medio, río y basura.

Más mercado, la estrella del pueblo.

La procesión de un qué se yo (Mae Sai, Tailandia).

Devolución de pasaporte y sellado de nueva visa para Tailandia.

Y el bus de vuelta a Chiang Mai, en donde me esperan Os Pibes!

¿Dónde estoy?

Actualmente estás viendo los archivos para noviembre, 2011 en TrancaroLa poR el muNdo.