La diva del postre asiático: el Banana Roti.

16/11/2011 § 4 comentarios

GaStronÓmicas, en TrancaroLa poR el muNdo.

Un Banana Rotisero que se dio vuelta como un panqueque.

“Life is short, eat dessert first”. Cuánta sabiduría en tan poco lugar. Seis palabras y una gran verdad que quedaron adosadas a mi memoria tan rápido como las escuché y que hoy en día se me hacen recurrentes cada vez que al llegar a casa retorciéndoseme las tripas agarro, junto con la sartén y un par de milanesas, el dulce de leche y una cuchara, como para ir tirando.

En el sudeste asiático no existe el manjar acaramelado, pero por la módica suma de entre 30 y 50 Baht (U$S1 / U$S1,60) podés hacerte anfitrión de una fiesta estomacal.

La previa.

Símil panqueque, el Banana Roti es un postre rápido, rico y que, aunque simple a la vista, guarda sus buenos secretos. Una de sus afamadas características es que su degustación empieza mucho antes de probarlo. El momento de la cocción es todo un ritual en el que una bola de harina insulsa deviene exquisitez. Tanto el cocinero experto en la materia como quien se relame frente a él, crean un universo paralelo cuyo epicentro sísmico es esa esfera harinosa que después de un par de revoleos y golpes está lista para pasar a la sartén. La tensión se siente en el ambiente: nadie quiere un Roti agujereado y solo el buen tino del cocinero-artista puede evitar la catástrofe ante la mirada crítica de quien se lo va a comer. Obviamente y como con todo, rotiseros están los que se la saben lunga y los que no tanto.

Banana roti con leche condensada.

Una vez al fuego la clave reside en que las rodajas de banana, en lo posible abundantes, lleguen a cocinarse, siendo el dulzor resultante la esencia de un buen Banana Roti. El favorito de un servidor es el que viene con nutella o baño de chocolate a caballo, y leche condensada, pero los hay también con salsas frutales.

Una que encontré navegando la web, sobre cómo se prepara.

En tierras orientales lo encontrarás en cuanta feria vayas así como también en puestitos callejeros especializados y, además del susodicho, se pueden pedir de huevo, currys y otros salados. Pero el de banana chocolatoso no tiene igual.

Ideal tanto para el desayuno como para la merienda, la cena y los entremés.

Les dejo un video con la preparación de un roti de huevo previo a mi Banana Roti inaugural, en Myanmar.
Bon apetit!

GaStroNómicas en TrancaroLa poR el muNdo

06/11/2011 § 4 comentarios

Sección dedicada a mis amigos personales Cabar, Walter «tablita de quesos» Queijeiro (alias Tanela) y Juanchi.

Pad Thai, el mejor que comí, en una playa paradisíaca de Koh Tao, Tailandia.

Entre las muchas formas de mimar el alma que te regala el TrancaroLeo aSiático, la experiencia culinaria es una de las que se merecen una sección propia en TrancaroLa poR el mundo.

Llegar a un país nuevo y desconocido para empezar a vivir su cultura supone una excitación que, entre muchos otros, también se da en el plano gastronómico. ¿Qué viajero que llega a tierras lejanas no se pide, a la hora de sentarse a la mesa, eso que no sabe qué es ni cómo se come pero que es lo ve en manos de los lugareños?

Sea Food, un clásico a la orden del día.

Ensalada marina, en el curso de cocina que hicimos con Cabar en Chiang Mai, Tailandia.

Sin embargo, en el caso de oriente, hay quienes luego de unos pocos días empiezan a experimentar una mutación de ese encantamiento ante lo nuevo que poco a poco empieza  a devenir en un principio de irritación ante lo que aseguran ser “una variedad monótona de arroces con alguito más para camuflarlo, y que termina siempre teniendo el mismo gusto”. Nada más lejos de lo real.

Nos ha pasado de conocer en el norte de Tailandia a un grupo de gente que viajaba por el país hacía alrededor de tres semanas y que para nuestra sorpresa lo único que habían probado era el Pad Thai, un típico plato Tailandés de lo más rico, pero que si lo comés todos los días no tiene muchas más variantes que un Pad Thai con pollo, con mariscos, con verduras o con huevo.

Test de calidad.

A comeeeeeeeeeeeerla!

En TrancaroLa poR el muNdo el comer no es una necesidad, sino uno de los grandes manjares de la vida. Es por eso que pocas veces hemos visto nuestro plato teñido con los mismos colores u oliendo como la última vez. Hemos saboreado a lo largo y a lo ancho menúes de restaurantes, carteles de puestitos callejeros, opciones de vendedores ambulantes y variedades de comida casera las veces que nos invitaron. La vida me ha dado un gran don: coma lo que coma, nunca engordo. Así que a la hora de comer, lo hago a lo grande.

Arrolladitos de banana con leche condensada, by O Pibe, un manjar muy fácil de preparar..

Sweet & Sour Chicken, by O Pibe también en Chiang Mai.

Panang Curry.

Y en esta nueva sección GaStroNómica de TrancaroLa poR el muNdo, intentaré acercarles con fotos, videos, recetas y relatos, aunque sea una partecita de todos los sabores que me vienen acompañando desde que extraño el asado con fernet, en familia o con Os Pibes.

Salut.

Ingredientes para un buen Curry.

La materia prima, en un mercado de Bangkok.

Indian Curry with Rice, en Bottle Beach, Koh Phangan.

18 hs. sin pasaportes en la dictadura de Myanmar.

05/11/2011 § Deja un comentario

Cruzando el Rolo (Puente).

Mapa Mae Sai, Tailandia, y Tachileik, Myanmar.

Cuando tu goce de legalidad en el sudeste asiático depende de la destreza de un “my friend motoquero” para esquivar transeúntes a altas velocidades (léase autos, buses, motos, perros, carritos, niños, puestos ambulantes y gente, entre otros) con el fin de llegar en cuestión de minutos a un puente en cuya otra punta te espera un régimen dictatorial, la tiranía de un país mucho más subdesarrollado que Tailandia, se te llena el culo de preguntas.

¿Qué locura estoy haciendo? ¿No era más simple ir al aeropuerto y olvidarse de “el visado heroico”? ¿Habré limado en mandarme solo a Myanmar? ¿Serán amables los lugareños? ¿O se parecerán más a las típicas aves de rapiña con sed de trapisondas que suelen infestar los pueblos de frontera? ¿Y los milicos? ¿Habrá alguien que hable o entienda algo de inglés? ¿Conseguiremos lugar dónde pasar la noche? ¿Y uno que no sea la calle? Ya que la saqué a pasear por toda Asia, ¿por qué carajo no me traje también acá la bolsa de dormir?

Pueblito rutero. Norte de Tailandia camino a la frontera.

En la estación de colectivos de Chiang Mai había conocido a Kyle, un estadounidense que estaba en las mismas condiciones visísticas que yo y que a partir de entonces y por unos días sería mi nuevo compañero de viaje. Juntos y bien rápido, gracias a una primera experiencia Myanmaresa de lo más rara, empezamos a obtener las respuestas a todos nuestros interrogantes.

Kyle y Chang, una dupla explosiva.

En ésta lo vemos regateando.

En la puerta de la habitación, justo en frente de Tailandia.

Habiendo superado las oficinas fronterizas tailandesas, sobre el otro lado del puente orientales marmolados nos hacen entrar a un cuartito frío y oscuro revestido en durlock: el gabinete de los milicos que nos sellarían la entrada al país vecino no se diferenciaba mucho del puesto gendarme que una vez visité en la entrada a Esquel, en el sur de Argentina. Hago entrega de mi pasaporte argentino a un tipo parco y serio, cercano al metro noventa, de ojos achinados, piel casi morena y disfrazado de militar, que ni bien lo recibe cambia abruptamente el semblante. Una sonrisa se apodera de su cara y su lengua empieza a bailotear mientras improvisa un monólogo sobre Messi. La mitad de su inglés era incomprensible, pero le decimos a todo que sí, que todo muy lindo. Acto seguido, cajonea nuestros pasaportes y a cambio nos da una tarjeta poco más que pedorra, con una foto digitalizada sobre un cartón que también lleva impresos nuestros nombres. Aunque parezca mentira, así da por finalizado el tramiterío, aunque no sin antes aclararnos que cuando saliéramos del país nos devolvería nuestros documentos originales y recalcando, ante nuestras miradas atónitas, que no había de qué preocuparse, que ahí iban a estar seguros. Estupefactos, y con pocas ganas de que nos despacharan sin nuestros pasaportes, le preguntamos qué pasaría si quisiéramos recorrer el país y salir por otro puesto fronterizo: “muy fácil, no pueden”.

Identificados.

Chan.

y como diría Nico Roseeeeeeeeeeeeello: "chara ra ra ran!"

Sin pasaportes, pero bienvenidos.

Empezando nuestra estadía en Myanmar de esta manera, todo pintaba raro. Nos metimos en un país regido por una dictadura, en donde nadie habla casi nada de inglés, sin nosotros saber descifrar siquiera un gesto myanmarés, sin pasaportes, sin lonely planet y sin ni la más puta idea de dónde ir. Para colmo, como es costumbre en pagos asiáticos, no pasaron más de 30 segundos desde que salimos del gabinete antes de que se nos adosara un “my friendcito” que, ilusionado con recibir algo a cambio, se empecinó con acompañarnos a donde fuéramos, a pesar de que ninguno de los tres sabía dónde quedaba eso.

El de la izquierda es "el myfriendcito". (Sí, ya sé, una alta foto...)

Señas mediante fuimos alcanzando un entendiendo que llegó a un pico de hasta casi un gesto inequívoco por cada litro de saliva infértil. En ese interín, llegamos a este hostel.

Guest House, pero no están invitados!

El lugar parecía un oasis. Un cartel mitad en myanmarés mitad en inglés («Guest house») y una señora detrás del escritorio que hablaba inglés mejor que Anamá Ferreyra castellano, encendieron nuestras ilusiones. Pero como dije antes, era sólo un oasis. Los empleados eran harto duchos en la lengua sajona, pero el gobierno no les permitía alojar extranjeros. Tal vez, justamente, porque la hablaban demasiado bien ante los ojos de un régimen dictatorial. Tan rápido como llegamos, nos mandaron a mudar.

Esto creo que era algo así como un video club.

No apoyarás.

Sí buchonearás.

Desvanecido el espejismo, nos toca seguir pateando la oscuridad de calles de tierra bordeadas por zanjas inmundas cuyas aguas hacen las veces de recolector de basura. El olor es terrible y la fauna que las habita abarca todo tipo de especímenes, siendo cucarachas y ratas las estrellas de la noche. Después de recorrer (casi) toda la ciudad sin mapa (al parecer por estos lados del mundo no conocen los mapas: no los tienen cuando se los pedís y no se ubican en su propia ciudad cuando se los mostrás) llegamos a un hostel relativamente barato y lo más importante, con una habitación vacía, dos camas, baño y colchones tan duros que le agregan un asterisco a mi usual afirmación de que los colchones me gustan duros. Después de la larga caminata y varias “guest houses” llenas (por “guest house” en este pueblito de Myanmar entiéndase un sucucho con dos colchones, sin luz natural ni ventilación alguna, y muchas veces hasta sin llave ni candado), pernoctaríamos a 300 metros del puente, inmersos en un barrio que vive de sus mercados callejeros (como mucho pueblo fronterizo) y durmiendo sobre el río. Si me caigo de la cama, chapuzón y Tailandia.

Basura en la calle I.

Basura en la calle II (versión zanja putrefacta).

Instalaciones eléctricas polémicas por todos lados y al alcance de la mano. La iluminación en las calles era un cable cruzado del cual colgaba un foco o tubo fluorescente.

Contacto.

Una vez dejadas nuestras cosas en nuestro nuevo hogar, salimos a por otra caminata y, lo más importante, en busca de algo para comer después de un largo día de buses tailandeses y trámites. Enseguida encontramos un lugar de lo más extraño cuya principal característica no sé si era que todos nos sentábamos en las mismas sillitas que cuando íbamos al jardín de infantes o que tenían 3 LCDs de 40 pulgadas separados por 2 metros entre cada uno y con diferentes programaciones: el primero pasaba fútbol inglés (Man United vs Chelsea), el que le seguía miceláneas y el último videos musicales. La audiencia estaba compuesta 100% por hombres y todos miraban el partido de fútbol desde sus sillitas plásticas coloridas, pero el único LCD con volumen era el de los videos musicales. El dato de color y bizarro es que lo que sonaba eran melodías occidentales con letras raperas myanmaresas. Con los fervientes seguidores de TrancaroLa por el muNdo en mente, tuvimos el buen tino de pedirle a una de las camareras que nos anotara en una servilleta la traducción del rapeo myanmarés sobre la melodía de Celine Dion. El mismo buen tino del cual carecí cuando perdí la susodicha. (Es decir, no hay traducción, ni foto).

Reposando en los "colchones".

TrancaroLeo matiNal.

El bar-jardín de infantes.

Banqueteando.

Terminada la velada cenística, era hora de deambular por el pueblo. Como es de imaginar, un pueblito fronterizo entre Tailandia y Myanmar ya entrada la noche no es precisamente lo que uno se atrevería a calificar como “La joda loca”, pero algo hicimos. Empezamos con partidos de pool y cerveza al lado del puente. Cuando salimos después de un par de negras adentro, ya algo entonados por cierto, una melodía siniestra que de lejos llegaba a susurrarnos al oído haríanos girar la cabeza hacia aquello que alguna vez sospechamos y que hubiéramos preferido no develar: nuestros pasaportes corrían serio peligro. Ahí nomás, a unos 30 o 40 metros horizontales y pongámosle otros 10 verticales, divisamos a través de la ventana del gabinete militar del puente, entre luces de colores, botellas de formatos varios y un importante algarabío, enfiestados, bailando, saltando y sobre todo bastante alcoholizados, en fin, cachondeando, a los mismos gendarmes que hacía un par de horas nos habían dicho “sleep with no blanket, daddy”.

Poolacho.

Ésta es la terraza del hotel arriba de la loma, mucho no se ve en la foto...

Moda. Otro bar con sillitas, esta vez de salita de 4 (amarillas).

Risas mediante nos fuimos a tomar un poco más de birra a un hotel arriba de la montaña, nos clavamos luego en un puestito callejero el primer “Banana Rotti” del viaje (un alto postre que próximamente y con video de su cocción incluido estará inaugurando la nueva sección “Gastronómicas” de TrancaroLa poR el muNdo) y con la panza llena, derecho al sobre.

Esto es un Banana Rotti y en breve subo el video de su cocción.

Al día siguiente bien temprano nos mandamos a ver el pueblo de día y a visitar sus templos. La Tachileik Shwedagon Pagoda es la más importante, se encuentra arriba de una loma y lo que más me quedó grabado de ella es cómo me indigné al ver como myanmareses vendían la libertad de pájaros que ellos mismos habían enjaulado, cambiándola ahora por dinero con el estúpido pretexto de que a quien los dejara en libertad se le cumpliría un deseo por pájaro.

La pagoda en la cima de la montaña.

Kyle y Buddha

Esta campana había que golpearla 9 veces y liberabas la mala energía.

Había nueve de éstos alrededor de la torre, cada uno representando a un animal distinto.

En éste, la serpiente.

Otro templo y los mini-monjes limpiando.

Así pasó nuestra aventura myanmaresa. Pocas horas y mucha caminata, tan solo en un pueblo de frontera. Nada que nos pueda hablar en profundidad de la cultura del país o de su gente, pero sí un vistazo fugaz y superficial que nos cuenta cuánto más pobre y subdesarrollado es con respecto a su vecino tailandés. Tanto, por ejemplo, que en éste pueblito de frontera si querés pagar con moneda local, no te la aceptan, te piden el Baht tailandés en cambio.

Divisas varias.

El desayuno en el bar-salita de 4. Notar el detalle de los puchos.

Una de las calles aledañas.

El mercado en nuestro barrio.

En todo el sudeste asiático mantenían insignias y decoración sobre navidad y año nuevo, a pesar de ser ya febrero o marzo.

Una de misceláneas.

18 hs. más tarde de haber entrado, me fui de Myanmar sabiendo cómo decir gracias («Jae Zu Din Pa De») y con 15 nuevos días de estadía en mi amada Tailandia.

Myanmar-Tailandia, y en el medio, río y basura.

Más mercado, la estrella del pueblo.

La procesión de un qué se yo (Mae Sai, Tailandia).

Devolución de pasaporte y sellado de nueva visa para Tailandia.

Y el bus de vuelta a Chiang Mai, en donde me esperan Os Pibes!

El fin de mi legalidad en Tailandia.

27/10/2011 § Deja un comentario

Burocráticas al por mayor.

De Bangkok a Mae Sai, vía Chiang Mai.

El día que se fueron Gabo y Luquitas, y después de bastante tiempo, me desayuné de qué día era: un poco antes de lo esperado, llegó el 1 de marzo. Mi vida en el sudeste asiático podría haber seguido por mucho tiempo sin tener ni idea del mismo, salvo por un pequeño detalle: al día siguiente, el 2, expiraba mi visa y con ella el goce de mi legalidad en Tailandia. Ante semejante nueva, siendo las 14hs. y con pasaje ya comprado para salir a las 18hs. desde Bangkok a Chiang Mai, en el norte de Tailandia, sólo tenía dos posibilidades: intentar renovar mi visa en menos de cuatro horas o hacerlo una vez llegado a Chiang Mai. La primera era una locura, no existían posibilidades físicas, psíquicas, ni tiempísticas de lograrlo. Como cuando le pegás de puntín para que suba el cordón del otro lado de la calle, pateé la piedra para Chiang Mai.

Tristeza, tras la ida de dos grandes amigos.

Seis de mis últimas 24 horas de legalidad en Tailandia ya se habían esfumado cuando pisamos la ciudad norteña, ex capital del país. Me quedaban 18, pero estaba arruinado. Los dos días anteriores y sus respectivas noches me habían dejado un saldo positivo de sólo 6 hs de sueño entre los dos y una alta densidad de alcohol en sangre, así que a pesar de haber dormido 12 hs de corrido en el colectivo (salvo por las 4 o 5 veces que el «my friend» acompañante del chofer me despertó sin razón alguna) seguía devastado. Apenas conseguimos nuestros nuevos hogares, nos tiramos a dormir.

Cabar y el saldo de dos largas noches Bankokianas.

Lu en Bangkok, con heridas de guerra de cuando se llevó puesto el cartel en Koh Phangan. Genia.

El despertador sonó a las 10 am. Rápido, me mandé al hostel de al lado a averiguar cómo renovar mi visa y, obviamente, como cada vez que se trata de una de estas burocráticas, ya era bastante tarde.

Otra vez dos posibilidades: mandarme al aeropuerto de Chiang Mai y renovarla por 7 días a cambio de 1900 Baht (más otros 160 por la ida y vuelta en tuc tuc) o hacer la heroica. La del aeropuerto era bastante cara y me obligaba a dejar Tailandia dentro de los próximos 7 días. La heroica era la heroica. Así que agarré mi mocha de mano, metí busito y babuchas y con eso y mis pasaportes me abalancé sobre el primer tuctuquero que vi. A cambio de la mitad de la plata que me pedía me llevó hasta la terminal de bondis, siempre acosado por un incesante pedido de más y más velocidad.

Tuc Tuc rumbo a la estación de Chiang Mai.

Ya tenía 60 Baht menos. Otros 165 me salió la ida a Mae Sai, pueblo limítrofe bien al norte. Y a la merma de liquidez se le sumó un nuevo problema: increíblemente, por lo menos para mí y mi nuevo amigo Kyle (un yankee californiano que viaja por el mundo y con quien compartí toda esta aventura después de conocerlo en mis mismas condiciones visísticas mientras hacía la fila de la estación de bondis), el paso fronterizo cerraba a las 18hs. No sé si viví 26 años en una nube de flatulencias friendly o qué, pero la verdad es que hasta hoy no me había imaginado que la frontera de un país a otro podía llegar a cerrar a las seis de la tarde, cuando para algunos, recién empieza el día.

Kyle, uno de los pocos yankees que no le dicen "América" a Estados Unidos.

Después de cuatro horas y media de curvas y contracurvas en subida y bajada, y con trece minutos de sobra, nos bajamos del bondi a tan sólo 5 km del puente más norteño de Tailandia, el mismo que me separaba de mis nuevos 90 días de visa. Del otro lado, la dictadura de Myanmar.

De izquierda a derecha: Myanmar, Tailandia.

Al grito de «Jerónimooooo» nos subimos a dos scooters que hicieron las veces de taxis hasta el puente fronterizo. De todas la maneras que se me pasaron por la cabeza, desde «faster, faster» hasta «like The Roadrunner please!» (sic sic), le pedí a mi motoquero que se apurara. Mi dedo, haciendo las veces de aguja marcaba el 120 del velocímetro, pero ésta nunca pasó de 80. Quedarnos de éste lado era la ruina, el fracaso. Adrenalina de aventura hacia lo desconocido devenida en un agónico y sumiso hundimiento en la turbia ilegalidad de un pueblo fronterizo, fantasma, de Tailandia.

Raude y velozmente...

...tampoco tan velozmente.

Pasaron 9 minutos, nos quedaban 4. A 240 segundos del meter la cola entre las patas, llegamos al puesto. Pasaportes de acá, identificaciones de allá, tarjetas de salida de Tailandia que después de 15 días no aparecían, documentos varios desparramados por el piso, policías que hablaban casi seis palabras de inglés, confusión que va confusión que viene, superamos el lado tailandés de la frontera, yo como un duque y Kyle sin que le cobraran los 2500 Baht (un poco más de U$S 90) de multa que le correspondían por haber vivido 5 días de ilegal.

Adiós por un día Tailandia, te voy a extrañar.

Un mercado callejero de Myanmar, desde arriba del puente.

Pensamientos que te dejan pensando.

04/08/2011 § 2 comentarios

Buddha, que de TrancaroLeo se la sabe lunga.

Una vez le preguntaron a Buddha qué es lo que a él más le sorprendía de la humanidad, y respondió:

«Los hombres, que pierden la salud para juntar dinero, y luego pierden el dinero para recuperar la salud y por pensar ansiosamente en el futuro, olvidan el presente de tal forma, que acaban por no vivir ni el presente ni el futuro, viven como si nunca fuesen a morir y mueren como si nunca hubiesen vivido».

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«Un hombre puede creer o no creer, eso es cosa suya, porque es su propia vida lo que arriesga. Por la fe, la incredulidad, el amor, la inteligencia. Y no hay sobre la tierra, otra verdad más grande para el espíritu humano que esta gloriosa y humilde condición: el hombre arriesga su propia vida cada vez que elige, y eso lo hace libre». M.G.

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James: “Dude, you never stop working, you love working.
Andi: “I love traveling, and have big dreams regarding to that…”

(London, 2011)

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Bangkok II: Se separan las comisiones.

31/07/2011 § Deja un comentario

El equipo formaba con: Cabar, Ó Pibe, Lu, Gabito y Luquitas.

Después de 15 días de descontrol asiático, Gabo y Luquitas se vuelven a Buenos Aires.

Con Kipe, el 6to de la comisión asiática en koh Phangan y Koh Lanta.

Un dúo explosivo.

Una de fiesta en Long Beach, Koh Lanta.

Como despedida es un momento triste del viaje, pero si no nos agrada en lo más mínimo separarnos es justamente por lo bien que congeniamos compartiendo tantos momentos únicos de nuestras vidas que seguramente recordaremos con alegría y bocha en mano en alguna plaza de barrio mientras Luciana se teje algo bajo la sombra de un Jacarandá.

Hasta las combis enfiestamos.

Con Guille, Marianne y la amiga de Eva y Eva.

Gabo a pocos segundos de la inmersión.

TrancaroLa poR el muNdo, también en un barquito con el motor roto rumbo a Koh Haa.

SÍ, TRANCAROLEANDO!

Juntos motocicleamos Koh Phangan y varias de sus playas, enfiestamos como pocos la Full Moon Party, trancaroleamos después cada fiesta en la Chill Out House y el Somewhere Else de Koh Lanta, hicimos snorkeling y buceo en Koh Haa, la paradisíaca islita desierte en el Mar de Andamán, descubrimos los recovecos del Chatuchak Market y descontrolamos la noche de Bangkok .

Chill Out House, Koh Lanta.

Dolores Gabeiro (?)

"Y así fue como, plin."

Una de Ó Pibe.

Elena no, Elena no...

Indescriptible la sensación de encontrarte con uno de tus mejores amigos del otro lado del mundo para compartir aventuras exóticas después de mes y medio de uno en Buenos Aires y otros en Nueva Zelanda, y una de las cosas más lindas del viaje haber conocido a Luquitas, el primo de Gabo, con quien no paramos de reírnos y hacernos amigos cada día más.

La previa de la Full Moon!

Cabarpintado

Más Plastipinturistas.

Gabo y la que no era Guada (que tampoco era Guada).

A partir de acá, seríamos Cabar, Lu y yo, en busca de nuevos destinos y nuevas aventuras, que por cierto llegaron a puntos inimaginados y que en breve, a continuación de este post, vas a poder disfrutar en TrancaroLa poR el muNdo, el blog que cuenta cómo un puñado de cretinos se animó a hacer el viaje que vos siempre soñaste y cuyas historias ojalá funcionen como un pequeño empujoncito para que alguna vez lo puedas hacer.

Ospi, rumbo a Koh Haa.

Jaja Luciana, te zarpás!

Ésta para vos Gabo!

Veo las fotos y quiero volver yaaaaaaaa!

Genio!

Personajes de viaje II: «El Dude»

25/07/2011 § Deja un comentario

Su remera lo delata.

Estaba a punto de ponerme a filosofar barato acerca de cómo El Dude llegó a Os Pibes, hasta que vi sus fotos y me despabilé de que mucho análisis no hace falta para dar una idea de lo gracioso y divertido que este tipo rubio de pelos largos y casi dos metros de envergadura puede llegar a ser.

Rotos?

Ocurrente.

El primero en tener el gusto fue Cabar, birra en mano, mientras esperaba encontrarse con Gabo y Luquitas en Khao San Road después de un largo trajín desde Auckland a Bangkok. Como los chicos no llegaban no tuvo mejor idea que sentarse en un bar a combatir con unas frescas el sofocante calor asiático. Enhorabuena Cabar!

Claro que sí! Comisión du análisis piragna!

Un tipo tierno el Dude.

Anders Lihmé, nacido en tierras de la Reina Isabel pero instalado en las temperaturas tropicales de Bangkok, bajo el seudónimo de “El Dude” y con una remera que así lo acredita, compartiría muchas otras innumerables cervezas con Os Pibes. Claro, fueron noches de fiesta, alboroto, extravagancias  algarabía y excesos las que vivimos con El Dude.

Rotos? (II)

Dicen los lugareños que a pesar de que luego de la partida de Os Pibes a esa cabellera blonda que asoma por sobre la muchedumbre ya no se la ha visto flamear con la misma cadencia, al hacerlo denota su auguriosa esperanza de volver a encontrarse pronto, detrás de una barra, gastando las pistas, riendo jocoso o intercambiando unos buckets, con este puñado de amigos.

El Dude y lo muchacho. (Y la cara de Luciana????)

Mientras tanto, diseminados por el mundo, sus compañeros de andanzas añoran los tiempos en que perdidos entre el gentío no importaba cuánto se hubieran mamado, el sólo levantar la mirada les era suficiente para divisar en lo alto a El Dude enseñándoles el camino.

Dos metros de pura magia, también en las pistas!

ALTA (y baja) FOTO! EL DUDE y luciana.

De A a B con escalas en el Sudeste Asiático.

01/07/2011 § 2 comentarios

Luquitas somnoliento.

Luciana, somnolienta.

Parece ser un axioma, como me decía Gallego, la profesora de matemáticas de 3er año cada vez que me mandaba “por axioma” a sentarme atrás de todo y contra las ventanas para que no molestara -sí, justo ahí adonde ella menos poder podía ejercer, para que yo no molestara (?)- que trasladarse de un lado a otro dentro del Sudeste Asiático es una vivencia que se aproxima más a una odisea que a un simple subir-viajar-bajar, una de la cual empezás a sospechar cuando luego de desembolsar tu efectivo recibís, en lugar de un ticket, un papelito autoadhesivo que te estropea la remera a la altura de la tetilla pero cuyo código lapicerísticamente encriptado de dos o tres letras sobre fondo chillón, como ser “PHI” sobre amarillo flúo o “LAN” sobre magenta, le indica al My Friend* de turno que sos de los que van o bien a Koh Phi Phi o en su defecto a Koh Lanta, destino que sin importar cuál de los dos sea llegarás mucho más tarde y fatigado de lo que te imaginás, ya que luego de que te pasa a buscar un primer My Friend con quien a pata recolectás, cuadra tras cuadra, guest house tras guest house, a todos los otros que compraron su adhesivo colorinche en la misma “agencia” que vos, sentís con sorpresa cómo tu cara se transforma al ver que ya habiéndote caminado todo el centro con la mocha a cuestas bajo el sol Tailandés (que dicho sea de paso es de los insistentes, ésos que si te quieren clavar sus rayos UV te los van a clavar aunque tengas a tu vieja con un frasco de pantalla 50 en la mochila, primo hermano de la nube de lluvia que te sigue a todos lados) lejos de llegar a un bondi larga distancia te empezás a amontonar como podés entre mochileros y mochilas que rebalsan de la caja de un tuc-tuc que al poco rato frena en un barcito (con cuyo dueño seguramente va a comisión) para que antes de seguir te refresques con alguna bebida sobremarcada tan sólo en unos módicos Baht y así estés preparado para afrontar lo que podría ser el último tramo del viaje pero que consiste únicamente en el trayecto que hacés en mini-bus que aunque suena más lindo y confortable que «tuc-tuc», no sólo es menos pintoresco sino que muchas veces logra ser más agónico, sobre todo cuando sientan a 6 en la fila de 4, a 7 en la de 3, a 3 en la de 3, quienes deben encargarse de acobijar a otros 3 a “upa”, y a los 2 que sobran en una banquetita de plástico (tipo las del Easy, ésas que según el diccionario de puteadas de la revista Barcelona, lectura recomendable si las hay, “son una mierda”) a la cual se le van de a poquito doblando las patas y que si sus ocupantes están en un día de suerte llega entera hasta un bondi de los que tienen ventanas que no se abren porque de hacerlo se desperdiciaría el aire acondicionado (que esta vez no anda o lo hace pero sólo en el modo “símil calefacción” siendo prenderlo lo mismo o peor que nada) y que transpirado y pegajoso te deja en la vereda por la que pasa otro tuc-tuc cuyo ocupantesequipaje te hacen experimentar lo que una hormiga acarreando un pastito a través de centímetros de sendero carduliento y en subida, y que si en algún momento tenés tantos dolores o incomodidades que empezás a olvidártelos, es ahí cuando llegás, no a destino, sino a un ferry que te los trae a la memoria poniéndote ahí nomás, frente a frente y a un estirar de brazo (y un par de metros más) del tan ansiado y refrescante mar verde turquesa que como no medís 3 metros ni sos El Inspector Gadjet todavía no podrás disfrutar a través de la baranda, y mucho menos cuando del otro lado del estrecho dejes atrás el espejismo de satisfacción al bajar del ferry y subir a los próximos kilómetros de incinerarse sobre 4 ruedas que te separan de “Phi”, o de “Lan”, o de donde sea que hubiera dicho ese papelucho de colores que ya no está en tu remera riéndose de cómo atrofiado, transpirando, mirando cuánto falta, ansioso e incrédulo viajás hasta tu próximo destino en Tailandia de la misma manera que lo hacés desde el principio hasta el final de un texto que cuenta esa mismísima sensación en 52 renglones con 768 palabras y un solo punto.

*MY FRIEND: concepto angloasiático que refiere a todo tailandés, ¿laosiano?, camboyano o vietnamita, sea masculino o femenino él o ella, que al recurrir a su exiguo idiolecto inglés para llamar la atención del viajero se le dirige, vehemente, con el grito de: “My friend”, “My friend”, y que por Principio de Acción Reacción** queda apodado como tal.

** Newton Para Principiantes, Ediciones Colihue, 2011.

Uno de los tantos My Friend. (Pronto se vienen los demás con sección propia y todo...)

Gabo y la balsa que nos cruzó a Koh Lanta.

Esto creo que es el famoso y conocido tándem asiático "Van-Balsa" (primo hermano de Van Persie). Camino a Koh Lanta.

Tuc-tuc número dos camino a Koh Lanta.

En total, de Koh Phangan a Koh Lanta, nos tomamos: un tuc-tuc, un ferry, otro tuc-tuc, un bondi, otro tuc-tuc, una mini van, balsa con mini van encima, y después mini van a secas. Así quedó Luquitas.

Slow boat bajando por el Mekong desde cerca de Pai, Tailandia, a Luang Prabang, Laos.

Una de las caminatas en Laos, después de las 4000 islas y camino a la frontera con Camboya.

Y así quedó cabar, en el slow boat camino al pueblito del opio...

PD. Gabo, Luquitas y Cab, me está faltando una foto clave que es la de los stickers encriptados! (y si encuentran la de los miles de stickeers en las paredes de los baños sería un golazo!)

PD2. Hay recompensa.

«(Do not do) Baby on board»

25/06/2011 § Deja un comentario

Prohibido comer la fruta del mal olor, prohibido escabiar, prohibido Don Diego de la Vega, prohibido copular, prohibido Bin Laden y ¿prohibido meterle los cuernos a tu jermu/marido?

¿A quién no le ha pasado subirse a un taxi en Buenos Aires y que un tipo panzón, oloriento y desalineado que mordisquea un escarbadientes mientras no se putea con los colectiveros le narre compenetrado, con lujo de detalles y sin que nadie le pregunte cómo un día a eso de las 2 de la tarde y en pleno centro levantó «a la rubia más yegua de la ciudad que como dio la casualidad de que no encontraba plata le ofreció pagarle de otra menera en el asiento de atrás»?

Bueno, si te pasa en Tailandia no te vas a preguntar si vos sos el tipo más infeliz del mundo o si ese viejo verde te está mintiendo. Menesteres de esa calaña en los taxis tailandeses no pueden pasar. Por lo menos no de ésa.

Bangkok (Parte 1)

24/06/2011 § 4 comentarios

12 horas de laburo en un micro. Argentina 0 - Holanda 1

Khaosan Road

Si hay un lugar que se opone a todos los otros paradisíacos por los cuales habíamos vagado durante casi dos semanas desde nuestra llegada a Tailandia, ése es Bangkok. Y de uno a otro, sin escalas, hacia allá fuimos.

Descontrol y ausencia de planificación. Dos que reinan en el sudeste asiático.

Uno TrancaroLeaNdo.

Tuc-tucs, peatones, carteles, olores, comercios, turistas, autos, puestitos, gatos, colectivos, estafas, curiosos, ruidos, regateos, motos, masajistas y masajeados, mugre, vendedores ambulantes, chucherías, perros, oportunidades, etcéteras, transeúntes, mendigos y ratas se amontanchocanrefriegan unos contra otros mientras viven y conviven en un mismo lugar, ése en donde pasa casi todo lo que pasa en Bangkok: la calle.

Bondi al Chatuchack Market.

Chao Phraya River.

Estudiar en el subte a último momento, un clásico. En el barco, no tan clásico.

Y si Bangkok es el lugar donde todo esto sucede, su punto más icónico es Khao San Road, una de las calles céntricas de esta gigantesca urbe cosmopolita de más de seis millones de habitantes. Por ella desfilan turistas y mochileros y, a lo largo y ancho de sus pocas cuadras, no dejan títere con cabeza los oportunistas que de una u otra manera intentan sacarles (honestamente) algo de plata. Khaosan es el centro de la vertiginosa vida diurna y nocturna de Bangkok. Cualquier cosa que uno quiera la puede encontrar en alguno de sus locales o puestos callejeros y, como decía Gabo, en el Sudeste Asiático, siempre que tenés una necesidad hay alguien dispuesto a satisfacértela.

Tuuuuuu tuuuuuu tuuuuuu tuuuuuu tuuuuuc-tuc.

Emily, Ó Pibe, Lu.

Vos de qué querés?

Entre los rubros más comunes, sobre la vereda se encuentran casas y puestos que venden ropa (U$S3 una remera y de ahí para arriba), locales de chucherías (todas las imaginadas y por imaginar), bares y pubs, agencias de viajes y algunos hostels y hoteles; más abajo, sobre la calle (que admite el paso de autos pero es «casi peatonal» ya que pasar en auto por ahí te puede tardar más que recorrer todo bangkok a pie) aparecen puestos de comida tailandesa, otros que preparan kebabs, los de banana rottis (muy próximamente con video ao vivo mostrando el proceder para su cocción en la seccion «Gastronómicas»), los que venden ropa, algunos con pinturas y artesanías, ofertas con los mejores compilados en CDs y DVDs truchos, libros usados y hasta completísimos stands con millares de diferentes tipos de documentación oficial, pero trucha (por ej, registros de conducir U$S5); y por último, pateando la calle, vendedores ambulantes: estos son los que más me llamaron la atención, ya que tratándose claramente de la gente más necesitada muchas veces vendía cosas que no entraba en la cabeza de nadie que alguien las pudiese comprar (como gorros horribles multicolores y llenos de plumas, o una especie de lanzador que tiraba algo así como una hélice de helicóptero hacia el cielo y que muchas veces terminaba en manos de alguno que refunfuniando la sacaba de su plato de Pad Thai).

La salada un poroto.

Miceláneas varias.

Puestitos de comida en el Chatuchuck Market.

Nuestra estadía en Bangkok fue (creo) de dos noches y tres días. Estábamos de paso porque sabíamos que antes de volver, fuera a BsAs o a Nueva Zelanda, íbamos a tener que volver a pasar por ahí.

Como las postales las ve algo sosas, Luquitas decidió hacerse de una porno en cada país. Las disfrutamos todos.

Cada vez que entrás a algún lado, te tenés que sacar el calzado.

Aroma tropical.

El primer día fuimos al Chatuchack Weekend Market y nos la pasamos todo el día ahí. Y nos quedamos cortos. Claro, porque varios días son necesarios si querés recorrer los alrededor de 5000 locales que se esparcen (o amontonan) dentro del kilómetro cuadrado que tiene el predio. Adentro, encontrás de todo. Desde souvenirs tipo llaveros o pulseras de hilo hasta sables, bicicletas y artículos religiosos, pasando por telas, cerámicas, ropas, comidas, perros, peces y máquinas de cocer en forma de abrochadoras, entre otros.

Clave tener un mapa.

Souvenirs de los buenos.

Más misceláneas...

Otra de olores.

El segundo, mientras Gabo y Lucas se quedaron llenando sus dos valijas de compras Lu, Cabar y yo fuimos a visitar lo que desde el siglo XVIII y hasta mediados del XX sirvió como residencia y centro de gobierno del Rey de turno de Tailandia: El Gran Palacio. El mismo ocupa un área de 218.400 metros cuadrados y alberga en su interior una serie de templos y palacios cuya arquitectura, ostentación, detalles y terminaciones dejan con la boca abierta a cada quien que los visita. A mediados del siglo XX, la residencia real se traslada al Palacio Chitralada quedando El Gran Palacio destinado al uso para tiruales reales y otras ceremonias como coronaciones, funerales reales, matrimonios y banquetes de estado.

Sólo una de las tantas partes de El Gran Palacio.

Cabar custodiado.

Hola Lu!

Fuiiiiirza.

Tecchios según Cabar.

Y las noches. ¿Qué decir de la noche de Bangkok, de la fiesta de una ciudad que se llena de mochileros de todas partes que viajan por el mundo con ganas de pasarla bien y conocer gente y que de repente se encuentran todos juntos en las 5 o 6 cuadras que tiene una misma calle? Bueno, en principio, decir lo poco que me acuerdo. La primera noche habremos hecho una previa y después salido a bailar. Y la segunda, igual pero con mejor final.

Los efectos del fucketbucket.

Os Pibes, El Dude, otras noruegas, no sé si anda Eva por ahí... y un par de gatos que ni idea quiénes son.

Uan veri estrong plis.

Entre los datos de color destacan que creo que ambas las pasamos con El Dude, un amigo inglés que conoció Cabar haciendo tiempo en un bar (y que pronto aparecerá en la sección «Personajes» así que ahora mucho no voy a decir), y que de la segunda recuerdo dos magic welcomed: una, que me encontré en el medio de la pista con la Noruega que había conocido en Koh Lanta, de quien no tenía nombre, ni mail, ni facebook ni nada similar como para volver a contactar, y dos, que hubo 3 que la pasaron muy pero muy bien.

Ah, y que al otro día cuando cada uno volvió de sus pagos, estábamos todos intentando recordar nuestras noches. Todas muy divertidas, ninguna como la de Luciana.

¿Qué pensabas... si clavarte otro bucket y terminar como El Dude?

Acá sí está Eva, la austríaca que hablaba argentino de lo más bien.

Luquitas, a uno que no le quiso hacer "well charged" el bucket! (De Luquitas hay fotos buenísimas pero me las guardo para su perfil).

Os Pibes y Buddha, que por otra parte, estaba TrancaroLeaNdo.

Si a los templos vas en cortos...

...podés terminar así. (U$S3 en un puestito de la puerta, una ganga! Todavía los uso de pijama).

Contrabando de huevos?

24/06/2011 § Deja un comentario

POLICÍA EFICAZ. Habrían interceptado a los malvivientes que le habrían sustraído los huevos a Las Gallinas.

Antes de retomar las andanzas Asiáticas después de un par de posts en tiempo real, necesitamos volver a ponernos en contexto. Para eso, qué mejor que una de «curiosidades» que nos muestra que en aquellos lados del mundo, todo y cualquier cosa, hasta lo más inexplicable, puede pasar.

«Smoke in the kitchen»

16/06/2011 § 4 comentarios

"Black Mother"

Con ustedes, Mhel. La primera persona que conocimos en Asia y una muy digna de inaugurar la secciones «Personajes» de TrancaroLa poR el muNdo.

Fue en el ferry que nos llevaba desde Don Sak, en la parte continental del Sur de Tailandia, hasta Ko Phangan. Lu y yo veníamos de casi 3 días viajando (Nz, Australia, Phuket, Ko Phangan), bastante rotos, así que nos tiramos a laburar un poco el bronceado en la parte de adelante del ferry. Ahí vimos como la gente aterrorizada comentaba las piruetas de Mhel, este morocho de pelos largos que con pocas ropas cubría sus apenas 50 kilos, y a quien según él mismo, la gente veía más como un junkie que como un par. Él se reía de ellos.

Nos contó que lo que hacía era su «gimnasia yoga», con la particularidad de que la llevaba a cabo enroscándose en las barandas del barco y deslizándose de una a otra a 15 metros de altura sobre las profundidades del Golfo de Tailandia. Su madre le había enseñado eso, aunque ahora se decía hijo de la «Black Mother» (algo así como una fuerza sobrenatural que lo protegía de las maldades).

La gente lo miraba.

Mhel nació en India, y habla 7 idiomas. Vive sin plata, vagando de acá para allá, visitando amigos, escapando de la policía cuando lo persigue o trabajando en las plantaciones de haschis en Nepal (donde asegura se cosecha el mejor hachis del mundo). Su trabajo era ayudar a los turistas a manejarse por estos lados del mundo, a cambio de comida, un vino o lo que fuera. Pero no le gusta tener plata, dice que el dinero transforma a la gente, prefiere no necesitarlo.

Le gustan las mujeres y muchas veces intenta seducirlas para llevarlas a la cama. Pero no le interesa más que agasajarlas y dormir con ellas. Es virgen. Y dice que lo va a seguir siendo hasta casarse, porque prefiere «pensar con la cabeza de arriba, y no transformarse en un Pepe Le Pew».

Acá lo vemos charlándose a unas chicas, pero sin jamás llegar a Pepearlas.

Charlando de esto y aquello nos contó su regla número 1: «No organizar este tipo de cosas para estas horas de la noche». La misma refería al horario en que estaba llegando el barco a Ko Phangan, eran cerca de las 9 y ya de noche. Entonces todo se hacía más difícil: conseguir tuc-tuc, encontrar a los amigos, moverse de acá para allá… ¿Por qué poner un barco llegando a las 21 y no a las 15?

«Smoke in the kitchen» era su regla número dos. Obvio, ¿cómo no serlo? Claro, en Tailandia fumar droga, como dirían mi vieja y Nico, es delito punible de 30 años de carcel. Y qué mejor forma de evitar esta condena que dejar que la gilada fume en el living mientras uno fuma en la cocina, ¿no?

Y así empezamos a ponerle reglas a cada boludez se nos ocurría. Creo que llegamos hasta la regla 11 o 12, pero de la única que me acuerdo es de la 8, una de las más importantes, que vaticina que «Todas las reglas tienen su razón de ser, ninguna es arbitraria ni discutible».

Tenía esa carterita y no sé si algo más que se olvidó en el barco.

(Lu, por favor, si te acordás más detalles sobre Mhel, y sobre todo de las otras reglas que inventamos, pasamelas! No entiendo cómo hace 4 meses que vivimos sin ellas!)

Y subo este video en el que lamentablemente no se ve mucho, pero se intuye algo de la mirada intensa que tenía.Y él lo sabía.

Volvió TrancaroLa poR el muNdo, viejo!

15/06/2011 § 10 comentarios

En Ezeiza el 29 de diciembre del 2010.

A cinco meses y medio de haberme subido, bastante cagazo mediante, al primero de los muchos otros aviones que me esperaban para el próximo tiempo, paro la pelota, levanto la vista y miro al horizonte.

Y en eso veo que estoy lejos, que extraño a mi gato y mi casa. Que cuando como capeletunos no son los que me mandó mi vieja y que tampoco tienen su salsa. Siento que me faltan Os Pibes: Brunito, Qb, Juancho, Nico, Beting, El Tanela, Cabar, Yei Pi, Gabito y sus risas y carcajadas, tanto como el fernecito y el calor de nuestras previas. Que ya no me pasa eso de atender el teléfono y escuchar un robot medio boludo tartamudeando mensajes graciosos que me manda Chchch (mi hna grande), o encontrarme grandulón y baboso jugando al «bebé volador» con la Enana (mi hna enana). Me doy cuenta que hace mucho que no voy al río con mi viejo, y que no elijo cerveza o vino o cerveza y vino para acompañar sus asados sin ensalada (pa, la ensalada es clave!).

Ya no me tiro a boludear en el bunker o en la terracita de casa, no me arrepiento justo después de darle charla a mi vecina loca, chusma y charlatana Marta, ni tampoco me encuentro con Bif, el viejo canoso del edificio de enfrente con quien mientras limpia y lustra y vuelve a limpiar y lustrar su Fiat Uno azul nos cruzamos algunas palabras.

Veo que hace 168 noches que no duermo 4 seguidas en la misma cama, que estoy cansado, lejos del país en el que cuando partí suponía que iba a pasar el próximo año de mi vida, que estoy lejos de Nueva Zelanda y de Luciana. Sin un peso en la billetera y, de hecho, sin billetera.

Pero miro para adentro y me acuerdo de todas las cosas que viví, las que pasé y las que me pasaron. Y son realmente dignas de una regia listingui (en orden cronológico):

-me acordé de una anécdota mágica, en Ko Phangan, que nos involucró a los 5 en una misma habitación, que no figura en el blog y que pido permiso para contar. Y acá aplica «el que calla otorga».

El lugar de los hechos, aunque con sólo 2 de sus 5 protagonistas.

– safé de un terremoto en Christchurch.

– viví noches alocadas, propias y ajenas, en Bangkok, sus calles y sus boliches.

– tuve que hacer «la corrida a Myanmar», porque me di cuenta que se me vencía la visa de Tailandia el mismo día que se me vencía. Crucé el puente 2 minutos antes de que cerrara el paso.

Cruzando el Rolo (Puente) con Kyle, uno de los integrantes de Pad Thai en Chiang Mai & The Cashew Nuts, la banda que creamos con guitarra y voces de Cabar, percusión de Kyle y un acompañamiento «no me miren así hago lo que puedo» de O Pibe San.

– hice trekings por la montaña Tailandesa.

Dormimos en un pueblito en medio de la montaña, sin luz y sin ruidos… Buuuu!

– aprendimos con Cabar a cocinar algunos de los típicos platos Tailandeses, incluidos Pad Thai y Bananas in coconut milk. Los mismos que van a inaugurar la sección «Gastronómicos» de TrancaroLa por el muNdo, con video y recetas incluidas!

La selección de los ingredientes en la huerta de la escuela. Fun-damental.

– en Chiang Mai, Norte de Tailandia, sufrí en carne propia el acoso de la amiga de la novia de uno de los chicos, con quien me mandaron a dormir de prepo, en la misma habitación y en la misma cama matrimonial, y quien, a diferencia de mí, se tomó a pecho lo de «matrimonial» mostrándose ávida de cariño.

– una noche escribiendo el blog y escapando de la avidez de cariño no correspondida, en ese mismo hostel de Chiang Mai, la vida me regaló una magic-welcomed, una de ésas que pocas veces te regala. Conocí a una chica holandesa que me va a dar mucho para contar.

Sí Cabar! No lo podés creer! Yo tampoco! (Pai Cannyon, fabulosennnnn!)

– safé de un Terremoto en Myanmar y Chiang Mai.

– después de unos días en Pai, un pueblito hippie en el medio de montañas neblinosas, cruzamos a Laos bajando dos días en barco de cola larga por el Mekong y pasando la noche en «el pueblito del Opio».

Mekong.

– desde el que timoneaba el barco, pasando por las mujeres de los hoteles y hasta los mozos en restaurantes, no pararon de ofrecernos opio, marihuana y otros estupefacientes por el estilo que no me acuerdo los nombres porque estaba muy drogado. (es obvio que es chiste ma! Grachu, mamá de Cabar, posta, es chiste!)

– me afanaron la mochila de mano, ésa en la que uno lleva todo lo importante, que en este caso estaba integrado por: tarjetas de débito y crédito (todas), travellers checks (todos), carnet de conducir (nacional e internacional, es decir: todos), carnet de timonel, pasaporte polaco (Comunidad Europea), cédula de identidad, tarjeta ISIC (?), U$S100, anteojos, funda y cargador de la cámara de fotos, y boludeces.

Un croquis de autocad que le hice a los ratis sobre el lugar de los hechos!

– recibí un mail de mi vieja diciendo: «Pero Andrés, cuántas veces te dije que las cosas importantes las lleves en el portavalores! Ves que yo no era la hinchapelotas!».

– le conté a mi vieja que todo eso estaba en el portavalores, pero el mismo más cerca de mi espalda que de mi cintura, más precisamente en la mochila.

Cascadas flasheras en Luang Prabang.

– fui víctima de la «Odisea Travellers Checks» y sus incompetentes asistentes en Filipinas y Bangkok.

– varias veces me encontré desprovisto de dinero, plata, divisas, cheques de viajero, efectivo, y todo eso que el sistema capitalista te pide que tengas para poder hacer algo o ser alguien.

Sí, está fuera de foco. ¿Pero vos te le acercabas más a este arácnido? La sección "Avistamiento du fauna" de TrancaroLa por el muNdo lo hizo por vos. Ésta y muchas otras...

– me conocí como quien dice «al dedillo» todas las oficinas burocráticas habidas y por haber en Laos que algo tuvieran que ver con el inmigrante «in-identificado».

– me moví por los países del sudeste asiático en donde gendarmes y oficiales de la ley poco entienden de inglés sin visas ni pasaporte, pero con un papel que decía que yo era yo y que me habían robado todo tipo de documento oficial que asegurara que yo era yo.

El papel de la oficina de inmigrantes de Luang Prabang. Después visitaría su homónima de Vientián y el Departamento Consular, también en Vientián.

– me desperté una mañana en la habitación de un hotel de un país subdesarrollado del tercer mundo (¿Laos era del tercero o del octavo?), con una picadura de algún bichito picotón de identidad desconocida.

Una de cuando me lo estaban limpiando en el hospital.

– vi cómo día a día la picadura de un bichito picotón de identidad desconocida se transformaba en un volcán infectado con pus (sí, del amarillo), rodeado de una mancha roja que se expandía sin parar a lo largo de mi brazo, haciendo que el mismo me doliera.

– y también vi la cara de desconcertados de los 4 médicos del hospital de Luang Prabang, Laos, mientras examinaban mi brazo y dialogaban entre ellos en idioma Laosiano, al tiempo que poco podían decirme en Inglés.

– me imaginé pidiénlo a mi viejo los mismos ruedos que me hacía en los pantalones, pero esta vez a la altura del hombro.

La evolución de la infección según los mapas que me dibujaba día a día para mostrarle a mi infectóloga. Nunca me contestó los mails...

– salvamos con Luciana la vida de un pibe que estaba en Laos, al costado de la ruta, a 10 minutos de que se fuera el sol, tirado en el medio de un pastizal, casi en pelotas, sin conocimiento, de hongos, cagado de frío y lleno de hormigas y ronchas. Y algo me dice que algo de alcohol seguro también había tomado.

– me figuré un poco más la locura que tenía el pibe cuando se dirigió a un par de plantas, mientras meaba con la izquierda y las cacheteaba con la derecha, diciéndoles: «Not imaginary people. Not imaginary People».

Los mismos hongos que tomaban en CronicaTv.

– vi cómo después de llevarlo casi en andas durante media hora y dejarlo en manos de sus mejores amigos, al pibe casi lo pisa un auto.

– me puse triste y lloré en cada una de las despedidas de mis amigos.

No saben la foto que tengo de Luciana en Vang Vieng! Nadie la vio...!

– cuando se fueron los chicos empecé a viajar con Kim, y lo que empezó como un encuentro casual una noche de Chiang Mai, se tranformó en una historia de amor que ya tiene final. Una de esas historias que nos gustan a los que nos gustan la locura, la aventura y la buena vida, y que no sé cómo voy a hacer para contar, pero que la voy a contar.

– recorrí Angkor Wat durante 3 días en bicicleta.

Angkor.

– en Siam Reap conocí a Budi, un chico del interior de Camboya que trabajaba 24hs los 7 días de la semana, por 30 doalres al mes, y que si faltaba uno le descontaban cinco, y cuya historia bastante triste también va a estar acá.

– estuve en los campos de exterminio del Khmer Rouge en Phnom Phen y en la escuela-prisión S-21, en donde se torturaba y mataba a las personas.

– recorrí vietnam de Sur a Norte a bordo de los Sleeping Bus: colectivos con tres hileras de camas y cuyos conductores manejan por las rutas en medio de la montaña como todos los otros vietnamitas: sin importarles nada, colgados de la bocina y haciendo coletear al bondi de aca para allá. Me desperté muchas veces a la noche, y vi cómo entre el que iba por su carril y el que vuelvía por el otro, se escabullía un tercero que quería llegar más rápido al bondi que tenía adelante.

– me hice un traje que no sé cuándo lo voy a usar, pero que fue especialmente diseñado para vestir mi cuerpo y no otro. Fue en Hoi An, un pueblito que en otros tiempos fue eje del comercio Indochino y que por eso tiene influencias Japonesas, Chinas e Indias, y que es de los más hermosos que conocí.

Sí, lo sé, a mí también me cortaron las piernas.

– trancaroleé como loco en Halong Bay, una isla de piedra caliza con formaciones que emergen del agua dando hábitat a pueblos flotantes y asombro a quienes lo visitan. Me hice amigos que fueron víctimas del choreo descarado del staff del hotel: sin romper las cerraduras y sin otros huéspedes en el mismo. Devolvieron todo.

De este lugar increíble tengo sólo fotos prestadas, una picardía!

– volví a las islas del Sur de Tailandia a pasar 15 de los mejores días de mi vida, que son parte de la historia de amor.

– tuve el peor trabajo del mundo, y sólo duré 13 días: en una fábrica empaquetadora, en medio de líneas mecánicas y cadenas de montaje, metí cada noche miles de kiwis en cajas, a lo largo de 11 horas parado, de 8pm a 7 am. Antes de viajar a NZ me había prometido jamás trabajar en una fábrica de éstas. Ahora sé por qué estaba en lo cierto.

– en 13 días de ese laburo de mierda me pagué el pasaje al otro lado del mundo.

Atardecer TrancaroLa en Ko Tao, Tailandia.

– conocí gente de lo más variada, muchos de los cuales se merecen un lugar en la nueva sección «Personajes», de TrancaroLa poR el muNdo.

– recopilé inforamación sobre precios, hoteles, transportes, tours y muchas otras cosas, que como todos estos otros avances que acabo de enumerar en pocas palabras, van a ir apareciendo más desarrollados y entretenidos en sus respectivas nuevas y fabulosas secciones de TrancaroLa poR el muNdo.

Info. Foto gentileza Tomás "Chile" Fernández.

Hoy, a 169 días de haber empezado mi viaje, extraño mi país, mi familia y mis amigos. Extraño todo lo que quiero y que ahora está lejos. Pero cuando miro para atrás y veo estos 5 meses y medio de historias, aventuras, locuras, alegrías, tristezas, amigos, amores, encuentros y despedidas, estoy feliz. Me doy cuenta que me encanta vivir la vida. Y no sé que me espera para el futuro, pero sí que la vida es corta, y por eso prefiero vivirla intensa.

Quiero vivirla sin jefes que me den órdenes, sin oficinas que me enjaulen y sin nadie que me hinche las pelotas. Quiero vivirla a mi modo y hacerme feliz cada día. Por eso vuelve TrancaroLa. Quiero actualizarlo, con todo lo que pàsó hasta ahora en el viaje. Pero también agregarle secciones, sumarle información útil para otros viajeros y hacerlo más divertido.

Hoy empiezo este nuevo proyecto, algo así como TrancaroLa ReloaDed. Le voy a dar forma y voy a salir a venderlo. A ver si consigo sponsor. Mucha gente con la que hablo me dice que que bueno que estoy viajando, que les gustaría recorrer el mundo. Yo solía decir lo mismo, hasta que un día decidí hacerlo. Lo mismo pasa con esto. Es más fácil creerlo imposible y volver a trabajar a un box o una oficina, pero me gusta más pensar cómo hacerlo posible. Si lo quiero con ganas tiene que ser posible.

Dónde quedarse (Ko Phangan y Ko Lanta).

29/03/2011 § Deja un comentario

Ko Phangan

Ubicada en el Golfo de Tailandia, Koh Phangan es una pequeña isla que se transforma cada mes en la sede de una de las fiestas más buscadas de todo el planeta: la Full Moon Party.

Para dichas fechas la isla se transforma en un hervidero de mochileros que venidos desde todos los rincones del globo desfilan por sus calles montados en ciclomotores y scooters automáticos siguiendo las mismas reglas con las que se rigen los lugareños: ninguna.

Así es como una de las actividades más divertidas de cada mañana podría ser tratar de adivinar qué le pasó la noche anterior a cada uno de los nuevos accidentados que se divisan a lo largo y ancho de la isla. Algunos aparecen con todo el cuerpo decorado con manchones color sangre (o «frutillitas»), otros lucen relucientes yesos a estrenar, están los que a su caminar de siempre le agregan un par de muletas y también los más osados, aquellos que van a la playa con su nueva amiga inseparable, la bolsa de suero.

Para alquilar una moto en Koh Phangan no se necesita licencia de conducir, sólo pasaporte y 150 Baht por día (U$S5). Esto, sumado a la cuantiosa cantidad de alcohol que circula noche y día, explican un poco el despertar accidentado de cada amanecer.

Nuestro bunker en Ko Phangan.

Los precios de los hospedajes varían bastante según la época. La temporada alta abarca todo el año, pero la reserva anticipada se vuelve obligatoria para las fechas cercanas a la fiesta.  Aunque la oferta hotelera es variada y numerosa, para dichos días los precios suben y las vacantes en los mejores lugares, los más próximos a Haat RIng, se agotan rápidamente.

Las historias que puede contar esa habitación…

Lo más común es alquilar un bungalow junto o cercano a la playa. Nosotros pagamos alrededor de 1000 Baht (U$S30) por día un bungalow para 3 personas (una cama doble y otra simple) con aire condicionado, ventilador y baño adentro. Esto es en Laid Back Resort, un complejo cercano al centro (500m aprox. yendo por la playa, más si vas por la calle) y con salida al mar.

Y la playita del Laid Back.

Más tarde nos enteramos que en el complejo de al lado (Coral Bungalows), que además tenía pileta, estaban cobrando 600 Baht por día. Esto suele pasar, para un lado y para el otro, ya que por lo general los precios dependen mucho de cuándo reservás y de la disponibilidad con la que cuenta el lugar en ese momento. Nosotros reservamos un mes antes y por eso nos salió un poco más caro.

Ko Lanta

Ko Lanta es una de las islas del sur de Tailandia. Se encuentra en el Mar de Andaman, en la costa oeste de Tailandia y al sur de la famosa isla Ko Phi Phi (donde se filmó la película «La Playa). Para llegar hay que pasar previamente por Krabi, ciudad costera desde la cual se viaja a Ko Lanta combinando auto, colectivo o minibus, y dos balsas que los ayudan a cruzan sendos ríos.

Chill Out House.

La isla ofrece una gran cantidad de playas que se suceden de norte a sur unas a otras. Nosotros estuvimos en Long Beach, y paramos en un lugar altamente recomendable: Chill Out House. El precio del bungalow de bamboo para dos personas es de 330 Baht (U$S11) el día, e incluye ventilador, baño propio y wifi gratis, además de hermosos espacios comunes con sillones, mesitas ratonas y hamacas paraguayas, entre los cuales se destaca uno que se alza entre medio de los árboles. Todo esto a menos de 200 metros de la playa y a otros tantos de la calle principal, en donde se puede encontrar una vasta oferta culinaria a la hora de ir a cenar por poca plata.

Mosquitero colgante, clave.

Para cuando llega al mediodía la mejor opción es comer algo en los paradores de la playa. Nosotros sentamos bandera en «Somewhere else», el más cercano a la Chill Out House. Los precios son los mismos de siempre (entre 50 y 120 Baht / 1.5 y 4 dólares yankees el plato, y alrededor de 70 Baht la cerveza de 3/4).

Hamacas paraguayas en la casita del árbol.
Los quinchitos para copar todo el día y la noche en Somewhere Else.

Muchas más fotos y mejores (porque no las quiero repetir) de la Chill Out House, en este post: Ko Laalalalallallalalalallalalaalalalanta!

No tomamo Coca Cola, no tomamo Seven Up.

27/03/2011 § Deja un comentario

Y acá, Mostaza, cómo la pedirías?

Pesi y sieteup.

Genio, ídolo.

Al horno sin papas.

27/03/2011 § 1 comentario

A 2 meses y 17 días de haber dejado mi hogar, mi heladera, mi cocina y mi parrilla, me paro sobre una balanza y veo, sin elongar el cuello ni chupar aire para esquivar la panza, entre los dedos de mis pies, que bajé 7 fucking kilos! Llegará la motito de Siga la vaca a Tailandia?

Triste pero real.

 

En Argentina, China o Tailandia, te odio Ronald.

27/03/2011 § Deja un comentario

Cuando salimos del entorno al que estamos acostumbrados lo primero que hacemos es abrir los ojos, estar más atentos. Y cuando hacemos esto, empezamos a ver un montón de cosas que por lo general no vemos. Son cosas que suelen pasársenos de largo, a veces porque la cotidianeidad de nuestras vidas nos adormece, otras porque ya las vimos demasiado.

Lo cierto es que cuando viajamos ya no estamos aferrados a la facilidad de lo conocido y nos exponemos a un montón de nuevos contextos.  Así, con los ojos abiertos, nos disponemos a dejarnos sorprender por todo cuanto no sabemos.

Como resultado, la mayoría de las veces contamoscon un saldo positivo. Otras, simplemente, y aunque lo quiera disimular cambiando de pose, nos volvemos a encontrar con un payaso boludo.

Con esta reflexión, doy por inaugurada la nueva y própera sección «Curiosidades» de TrancaroLa poR el muNdo.

Otra pose, la misma cara de boludo.

 

Fotos colgadas II (Ko Lanta y Ko Haa).

27/03/2011 § 4 comentarios

Algunos Hernán (Peyerano). NdeR: las tomas bajo el agua son de lojos, lamentablemente, porque no podía sumergir el oído. Una picardía.

Sííííííí! A la hora de TrancaroLear, las estrellas se la saben lunga!

Avistamiento.

Amigos para siempre!

Posta, estábamos solos, no es chamuyo!

Muy pronto, la sección "Gastronómicas" narrando todo pero todo lo que querés saber sobre las panzadas que nos estamos dando con comida oriental.

Ña casita del árbol, Chill Out House.

El techo rasta de la casita del árbol.

Según Gabo, acá alguien me estaba soñando...

Con el argentino y sus amigas internacionales en Somewhere Else.

Otra que TrancaroLea a lo grande. Estaba lleno.

Una de por ahí...

Como el Chelo.

En uno de los tantos medios de transporte, supongo el minibus.

Chill Outttt.

Eeeeeeeeeeeesa!

El baño de nuestro bamboo bungalow!

Y la ducchia de agua fría, justito al lado del inodoro (que en esta foto estaría a la izquierda).

Y finalmente, Luquitas, tirando facchia en nuestro porsche.

TrancaroLa poR el muNdo uNder thE Sea!

27/03/2011 § Deja un comentario

Ko Laalalalallallalalalallalalaalalalanta!

27/03/2011 § 3 comentarios

De Ko Phangan en ferry a Don Sak, de ahí en varios medios a Krabi y de ahí un par de balsas con el minibus hasta Ko Lanta.

Suena repetitivo, pero qué se le va a hacer, es otra "Magic Welcomed".

¿Se le puede pedir a la vida algo más después de una gran semana con amigos en una isla paradisíaca de Tailandia? Los menos ocurrentes dirían que no. Pero como a nosotros la ocurrencia nos abunda, pensamos en pedirle otra gran semana con amigos en una isla paradisíaca de Tailandia.  Y nos mandamos a Ko Lanta.

En uno de los 7 u 8 medios de transporte que nos tomamos para recorrer tan sólo unos 300 km.

Allá vamos.

Así quedó Luquitas después del 5to medio de la maratón de Tuc-Tuc, Ferry, Bondi, Tuc-Tuc, Minibus. Y todavía faltaban varias balsas y ponele que un par de Tuc-Tucs más.

Cerca de Ko Phi Phi (escenario de la película «La Playa»)  pero lejos de su desfile de turistas, Ko Lanta es una isla con playas de arena digna de la mejor pizzería italiana (blanca y finita), bañadas por aguas tranquilas, turquesas y cristalinas, ideales para hacer la plancha.

Llegamos de noche y fuimos a verlas. Mientras unos buscaban guest house otros nos dedicamos a lo que más sabemos: hacer tests de calidad. El premio se lo llevó mi trago, un Baileys con menta, chocolate, helado y vista al mar.

Empezamos con una tranca de la playa.

Fulbito na praia.

Calidad. En la pegada, y en la elección de dónde vacacionar.

La comisión hotelera volvió semi-exitosa. Conseguieron un bungalow de bamboo con una cama doble rodeada por un pasillito de unos 30 cm que en forma de L te dejaba en un baño que era casi tan grande como todo lo demás junto. Pero como dice el dicho, a bungalow regalado no se le mira el pasillo. Así que por la módica suma de 300 Baht (U$S10) a repartir entre 3, lo agarramos. Gabo, Luquitas y Lu durmieron ahí, Kipe en una hamaca paraguaya y Cabar y yo, en unas reposeras en la playa.

El de los chicos. Ahora que lo veo bien, el pasillo era un toque más ancho.

La vista desde el porche del bungalowcito de los chicos.

Al día siguiente nos pasó por 330 Baht lo mejor que nos podía pasar. Pegamos un bungalow de bamboo (con cama doble y wifi) en el «Chill Out Resort», que vendría a ser como el «Trancarola Hostel», pero en inglés. Atendido por dos europeos, una pelado y ortiva, otro peludo y buena onda, el Chill Out Resort tenía lo que todos soñamos de chicos, mejorado: una increíble casita del árbol, con hamacas paraguayas por doquier. Las había cerca del piso, por si llegabas roto después de una fiesta, y también estaban las que colgaban desde lo más alto, por si llegabas enfiestado después de una fiesta. Y como si cumplir nuestro sueño de chicos les resultara mezquino, estos europeos también cumplieron otro: el del Roberto niño. Sí, eso mismo, en la casita del árbol, al lado de las hamacas, estaba el «living del amor». Y de su mesita ratona y sus triangulitos tailandeses también nos apropiamos.

Un livingcito en la parte de abajo (no el del amor).

La vista en la salida hacia el lado del mar.

Ésta me gusta, un momento de amistad en la Chill Out House.

El living del amor. Te extraño Roberto, a vos y a tu célebre y magnífico "Señoras y Señores, se ha formado uuuuuuuuuuna pareja!" Gracias, crack!

Y... El momento de la vida al que todo TrancaroLa quiere llegar, en la casita del árbol.

A partir de ese día, todo el tiempo que no se lo dedicamos a laburar nuestro bronceado en la playa, lo invertimos en disfrutar nuestra casita del árbol. Contadas fueron las excepciones: una por noche. Cada una, una fiesta distinta. De ellas sólo puedo decir que son iguales que en argentina, pero diferentes. Es decir, «same, same, but diferent» (frase de cabecera en el sudeste asiático: cada vez que pedís algo pero le cambiás algo, la tirás o te la tiran). En este caso, lo «same, same» vendría a ser todo lo típico de una fiesta, mientras que lo «but diferent» sería que hay gente de todo el mundo y que están todos de vacaciones, que los precios son baratos para todos (una cerveza 70 Baht/U$S2.3) y todos quieren divertirse. Y para los que gustan del arte del chamuyo, es un lugar maravilloso: todos quieren hablar con todos, y nadie le quiere histeriquear a nadie. Y justamente por eso, para los amantes de lo fácil, es un lugar maravilloso: me gustás, te gusto, plin, caja.

Ó Pibe en Long Beach, según Lu.

Gabo en Long Beach, también según Lu.

Comisión bajo el mar a cuántos, acaso 4 metros de la costa?

Burbujas, Cabar y mucho champagne.

"Somewhere else", nuestro parador en la playa cerca a metros del Chill Out House.

En una de estas fiestas conocí a Gro, una chica de Noruega con los ojos más lindos del mundo y de quien sólo voy a decir que me miraba clavándomelos como pocas veces alguien lo hizo antes (razón suficiente para ganarse un lugarcito en este blog). Por una de esas casualidades de la vida, que no para de regalarme Magics Welcomed, 4 o 5 días después me la volví a encontrar en una pista de baile en Bangkok.

Como no tengo fotos de Gro, subo una de otra cosa hermosa, Ko Haa.

Una de las mejores cosas que hicimos en Ko Lanta fue regalarnos un día de snorkeling (y buceo Gabo: yo me quedé con las ganas por mi oído roto) en una islita perdida en el medio del mar, Ko Haa. Acá se llegaba sólo por medio de un barco. El nuestro tuvo varios desperfectos técnicos antes de hacerlo, pero finalmente llegó. Cinco formaciones rocosas emergían sobre las aguas cristalinas formando en el medio una playita de arena blanca en la cual estábamos nadie y nosotros 6.

El equivalente a El puerto de Tigre, pero en Ko Lanta.

Saliendo hacia Ko Haa.

Viento en popa.

Ko Haa a la vista!

La playita, a pocos segundos de ser enfiestada por Os Pibes.

Otro ángulo, misma incredibilidad (no, no incredulidad).

Lucchiana, según Ó Pibe en Ko Haa.

Ó pibe, según Ó Pibe en Ko Haa.

Abajo del agua se veía a 30 metros de distancia, y el avistamiento du fauna incluyó especímenes de diversos tipos, entre los cuales destacaban:

Los Hernán (Peyerano).

  • El pez Daft Punk: de colores muchos y tornazolados, y poseedor de un magnífico andar trancarola por las profundidades del arrecife de coral.
  • El pez Daft Punk (impostor): a rayas amarillas y negras y con una cresta alargada y puntiaguda hacia atrás, gustaba de manejarse en comisiones mientras trancaroleaba con sus amigos.
  • Estrellas de mar: casi todas eran azules, aunque si mal no recuerdo las había también rojas. De «patas» largas y finas, me sorprendieron por gozar recostarse (como si fueran humanos) sobre el coral. Sin lugar a dudas, vivir trancarolamente también se ejercita en el fondo del mar.
  • El Pez Flauta: de unos 30 centímetros y conocedor de lo que es laburar, solía comisionar a pocos centímetros de la superficie, tal vez intentando que su plateado se transforme en dorado, al recibir el calor del sol durante su arduo trabajar.
  • El pez Rosado: éstos se manejaban en comisiones (como casi todos los demás), y los avisté dándose un banquete con los musgos y malesas que se habían pegado a la soga de un barco anclado.
  • Muchos otros peces más que si los chicos me ayudan a recordar se los voy a agradecer.

Nuestra estadía en Ko Lanta se extendió casi exclusivamente a lo largo de Long Beach, una de sus playas de arena blanca en donde durante una semana se supo ver a una doncella acompañada de cinco tipos, todos laburadores de buena cepa que a la hora de hacerlo desconocían el concepto «descansar».

Actualmente se corren voces, abundan las malas lenguas, que dicen que esta doncella y sus hombres, algún día, volverán a pisar estos suelos y en sus aguas nadar. Dicen que aparecerán una mañana, sin previo aviso, sorprendiendo a los más distraídos, y para hacer lo que ellos mejor saben, y lo que nadie sabe mejor que ellos: laburar. Laburar un bronceado perfecto, tal vez sólo interrumpido, por algún que otro momento, de Magic Welcomed.

La que me encanta de Luquitas.

Ésta se la dedico a todas las amigas de Lu que se quedaron en BsAs y no mandan mails.

Y ésta para Os Pibes, sólo a los que se quedaron en BsAs y tampoco contestan mails.

Y ésta para Os Pibes, que aunque no contesten, los quiero igual.

Vivaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!

Que bien que te va, Lu!

Hasta la vista, Ko Haa!

Gabo y la instructora. (¿se acuerdan lo que le pregunté? Lu, ¿te acordás? JA!)

Una de Patricias (Biccio)

27/03/2011 § Deja un comentario

Sangre de súper héroe.

Este bichito simpaticón, a lunares él, posó para el macro digital de mi cámara junto a una de mis heridas. Whisky!

Cámara. Hacia ella miraba este primo lejano de Linterna Verde.

Chabar Chiquitolino

27/03/2011 § Deja un comentario

Ahora sí, como tenía que ser, directo y sin escalas, del blog a vuestras retinas, el afamado video tantas veces galardonado por la Real Academy of Greatest TrancaroLing. Y dabadabadú!

Así nos divertimos Os Pibes mientras TrancaroLeaMos poR el muNdo!

21/03/2011 § Deja un comentario

Acá quería meter directamente el video. Pero por una de esas cosas de la vida que uno siempre se pregunta pero a pesar de contestarse una y mil veces, inventando sendas inverosimilitudes explicativas, nunca logra comprender, no lo puedo subir. En otras palabras, me cago en WordPress.

Así que meto el link al video en la página de TrancaroLa poR el muNdo en Facebook (que anda siempre bien! Teléfono WordPress!) y una foto que adelanta mucho pero no todo sobre el asunto del susodicho.

Lo que daría por llamarme Jorge y tener un compañero Luis, medio idiota él, pero sobre en mano listo para serme entregado antes de que yo, Jorge, sáquele de su interior este desopilante, increíble, polémico, conmovedor, fascinante, vaticinador y sin igual, videíto MPG.

Así nos divertimos Os Pibes mientras TrancaroLeaMos poR el muNdo!

Chabar Chiquitolino. Un adelanto de lo desopilante del video.

Full Moon Party (Edición 20-02-2011)

21/03/2011 § 2 comentarios

ESTE POST VA DEDICADO CON AMOR A MI AMIGO PERSONAL Y COMENTADOR Nº1 DE tRANKAROlA POr EL MUnDO, JUANCHI ERBÍN! GRACIAS! =)

José José José. (Pepé Pepé Pepé)

La fiesta de la luna llena, tal vez una de las más festejadas cada 28 días en diversos rincones del mundo, tiene uno de sus mejores ejemplares, sino el mejor, cada vez que la luna aparece redonda sobre las playas de arena blanca de Koh Phangan.

TrancaroLa poR el muNdo expresando todo su arte sobre el lienzo más lindo!

Atraídos por su fama y su promesa de diversión asegurada, miles de mochileros organizan sus itinerarios de viaje en función de este evento, planeando pasar en la isla unos días de desenfreno al ritmo de la música y el alcohol (no te preocupes ma, claramente éste no es nuestro caso). El resultado es un mix de gente de todo el mundo con ganas de divertirse y que ya con varias jornadas de anticipación empieza a hacerse presente paseándose, «bucket» de bebida en mano, por playas y calles. El clima empieza a calentarse de a poco, hasta explotar el día de la fiesta.

Gabo vs. Sofi & Sofi vs. Gabo

Guada en uno de los puestitos que pintaban casi tan bien como Os Pibes.

Cabar vs. Cabar & Ó Pibe vs. Lu.

La sede es la playa del Sol Naciente de Haat Rin, la que da al este y por donde sale el Sol. Ahí están, uno al lado del otro, alrededor de entre 7 y 10 bares que ponen su música apuntando hacia al mar y a todo lo que da. Siempre suena electrónica, pero según lo que más te guste podés escuchar desde minimal hasta trance, pasando por diferentes estilos de house, drum&base y progressive.

Nosotros tuvimos un par de pistas preferidas, pero lo cierto es que te movés toda la noche, y si la electrónica no te gusta tanto, ese día te gusta igual. La gente está toda de fiesta, con ganas de bailar y divertirse, pintada de colores glow in the dark en diferentes motivos, con ropas extravagantes, sombreros originales y queriendo conocer otra gente.

Puestos. Así los que vendían como los que bailaban.

El resultado es un fiestón. Toda la noche bailando y gran parte del día también. Lo mejor es el amanecer con el sol asomándose naranja, redondo y chiquito entre el cielo y el mar.

Motivos glow in the dark.

Entre las cosas locas que nos pasaron, destacan las siguientes:

  • Una argentina que no conocíamos pidiéndonos por favor que le ayudemos a sacarse de encima a un pibe israelí que asomaba el metro noventa. Cuando acudimos en su ayuda haciendo pasar a Cabar por su novio, el flaco se pone pesado y los empieza a correr por toda la fiesta. Y Gabo y yo como locos corriéndolos a los 3 desde atrás. Sí, el típico trencito del carnaval carioca pero con muy poco de la fiesta y algarabía que lo caracteriza. Estuvimos como 5 minutos desesperados, corriendo por toda la playa en zig zag, Cabar tratando de perder al flaco y Gabo y yo intentando que no nos dejaran atrás. Hasta que en eso podemos alcanzarlo, lo agarramos y le decimos que la flaca ya no quiere estar más con él, que ahora está con nosotros y que no rompa más las bolas. Mientras esto pasaba, Cabar y la susodicha desaparecieron. Estuvimos bastante preocupados hasta que los después de un rato largo los volvimos a encontrar. Teníamos miedo de que el pibe los fuera a buscar por colectora. Al final, la piba estuvo toda la noche con nosotros, y varios días después nos la volvimos a encontrar yendo de Koh Lanta a Bangkok. Resultó ser una persona bastante fea e idiota. Resulta que recién ahí nos contó que antes de aquel episodio había ido a la casa del pibe y dejado todas sus cosas ahí y que en realidad ella estaba con él. Nos preguntó por qué le dijimos al pibe lo que habíamos dicho, y a partir de ahí ya no supe más, me di cuenta de cómo era todo y le hablé más.
  • Luquitas tuvo la mala suerte de cortarse con un vidrio uno de los dedos del pie. Cuando llegó a la enfermería querían cobrarle 30 dólares por cada una de las 3 astillas, negándose a socorrerlo hasta que volviera del hostel, con el pie así y caminando, con el efectivo en la mano. Una muestra de cómo es alguna gente en Tailandia, pero no todos: unos pocos, sólo aquellos a los que únicamente les interesa lucrar. El resto siguen siendo sonrientes y hermosos.
  • Ver cómo hombres de todo el mundo y de todas las edades, pero sobre todo viejos, se enfiestan con lo que vienen a buscar, lady boys.
  • Ver a un pibe semi inconciente tirado en un pozo de arena y tapado por miles de botellas de cerveza, aguas, havaianas y crocs. Esto no lo vi, pero me llegó de fuentes fidedignas.
  • Muchos borrachos boludos saltando una soga llena de fuego que ponen los boliches para llamar la atención. Por lo general lo logran, y se llenan de boludos y borrachos, y de boludos y borrachos quemados.
  • Ver a Os Pibes, una vez más, animando la fiesta. Esta vez en Tailandia.

Después de la fiesta, tipo 10 de la mañana si mal no me acuerdo, nos fuimos al Laid Back Resort e hicimos lo propio todo el día. Trancaroleamos hasta la mañana siguiente, y decidimos que vamos a volver.

Luquitas al día siguiente. (Notense sus "abdominales acariciados por el viento" -sic sic-)

Borroso. La manera como veía la mayoría de los FullMoonPartyienses.

Y Os Pibes. Y Bruce. Liquidados, al día siguiente.

Koh Phangan

21/03/2011 § 3 comentarios

Hasta acá en bondi y de acá barquito a Koh Phangan.

Llegamos a Koh Phangan! Después de meses imaginándonos el momento, nos encontramos todos en esta isla paradisíaca del Golfo de Tailandia.

La isla. (Nota: los nombres aparecen escritos de mil maneras distintas, así que elijo una y la mantengo)

Cabar, Lu y yo veníamos de un mes y medio viviendo en Nueva Zelanda, que según sondeos hechos por quien les habla, figura claramente entre los 7 países más amargos del mundo (a las 19hs la gente desaparece, no sé si raptada por algún Tinelli local o por sus bolsas de agua caliente, pero lo cierto es que a esa hora la vida social de NZ muere). Yo venía con el agregado de que mis 3 últimos días me los había pasado viajando, con fiebre y drogándome a diestra y siniestra para llegar a Tailandia lo más entero posible. Y así llegué. Pisé la isla y ése fue el primer momento en 3 días que no me dolió nada. Había que festejar.

En la Daniel Alberto (Passarella)

Nou comments.

Estos antecedentes, sumados  a la necesidad de fiesta que tenía y a «Bruce y Partner», (un nuevo juego de eskabio que tenían los chicos y que al parecer estaba tongueado porque perdí toda la noche), me pesqué un estado etílico maravilloso y envidiable, digno de primera noche en uno de los lugares con más fiesta del mundo. Y justo la de ese día la organizaba el complejo de al lado al nuestro y era una Pool Party! ¿Qué más podía pedir?

Los detalles de la fiesta no vienen al caso (porque tampoco me los acuerdo), pero las heridas de guerra ilustran un poco lo que fue: cabar terminó con corte bastante importante (5cm) en una de sus piernas, sector tibia, producto de que algún borracho fuera de sus cabales (léase yo) quiso tirarlo a la pileta con éxito pero sin pericia (léase que se la pegué contra el bordé y después sí lo tiré); y yo terminé con un tímpano roto (el de siempre, por novena vez) producto de que algún borracho fuera de mis cabales me tiró de cabeza a la pileta con toda las vías respiratorias inflamadas. Mala suerte, buena fiesta. Puede pasar.

Bunker KohPhanganés.

La mesita con vista al mar donde Os Pibes supimos copar para desayunar.

En honor a Juan Domingo, Luquitas y Gabo laburando el bronceado, como siempre.

Al otro día nos mandamos a una de las playas del norte de la isla. Éramos nosotros más dos amigas argentinas que los chicos conocieron un día antes, una de las cuales se negaba fervientemente a subirse otra vez a mi moto después de lo que había pasado la noche anterior. Mi versión es que estuvo todo siempre bajo control, así que es su palabra contra la mía.

El mar de la playa norteña.

Entre las actividades destacadas figuraron hacer la plancha sobre el agua turquesa transparente, laburar el bronceado todo el día en playas de arena blanca y finita, desplegar unas buenas «Magic Welcomed» con la 1.5 y soportar la abstinencia a la Big Chang (por los antibióticos, nada de birra).

Laying back en el Laid Back.

El mismo que viste y calza.

Happy.

Esa noche era la previa a la Full Moon (ver apartado) así que no hicimos mucho más que trancarolear. El siguiente también se lo dedicamos al trancaroleo intenso en unas playas hermosas de Haat Rin que destacaban por sus palmeras con vista al mar. Todos menos Luciana, a cuya actividad principal le mechó un par de «Forbidden Magics»: la primera, amagándole para un lado y el otro a un motociclista que venía por una curva bajando la montaña. Pobre pibe no supo qué hacer y por esquivarla se pegó flor de palo. Tenía tal calentura que ni nos dirigió la palabra. Sana y salva Luciana, sin rasjuño alguno, decidió que esto no podía quedar así. Después de dar los últimos pasos sobre un palo que la llevaba de una a otra roca de la playa, olvidó levantar la vista y se la puso, de lleno con la frente y sin ningún tipo de amortiguación, con la punta de una de las típicas casas de los espíritus que hay frente a cada hogar (son unas casitas en donde la gente deja ofrendas para que los espíritus no entren a sus casas). Ésta era la de un hotel, así que bastante prominente también. Y como si esto fuera poco, a la noche, caminando hacia el centro se llevó puesto con el hombro todo un cartel luminoso que osaba ponérsele justo delante de ella.

Cual Samuel contra el América en el Azteca.

Y una de Lu que sé que le gusta.

El resto de los días en Koh Phangan siguieron igual que los previos, con uno mechado de trancaroleo extremo sin movernos del Laid Back después de la Full Moon.

Ponele...

Entre las cosas que me llamaron la atención de acá, cuento la de los monos que con largas sogas atadas a modo de correas a sus cuellos eran mandados por sus esclavizadores hacia lo más alto de las palmeras para que desde allá arriba les tiren cocos, el «la prioridad la tienen todos» a la hora de manejar, los atardeceres entre rosas y anaranjados sobre el mar y los cables pelados en todas las esquinas sacando chispas a más no poder.

Koh Phangan, nuestro primer destino oriental. Fuimos, lo vivimos y nos divertimos.

Los buckets en los que venden los tragos que por los antibióticos no pude degustar.

Y así, vamo bajando la persiana de un nuevo post.

Sawadee Krap Thailandia! (Hola Tailandia!)

16/03/2011 § 1 comentario

Primeras impresiones.

Confirmado, del otro lado del mundo caminan al revés. (Khao San Road, Bangkok. Foto gentileza Tomás «Chile» Fernández)

La noche que llegamos a Pukhet desde Gold Coast/Kuala Lumpur ya eran más de las 20 hs. así que no teníamos colectivos al centro y decidimos dormir en el aeropuerto. Hasta la mañana siguiente no vimos casi nada de lo que nos esperaba afuera, pero sí tuvimos un adelanto.

Para allá. (Pai, norte de Tailandia)

Ni bien pasamos las puertas corredizas que separan a los que viajan de los que viven de ellos, empezamos a sentir el asedio constante e incansable de los tailandeses que de una u otra forma intentan venderte hasta lo que no tienen. Gabo nos había dicho: «En el sudeste asiático, si tenés una necesidad, no importa cuál sea, siempre hay alguien dispuesto a satisfacértela». Y así es. Podés decirles una y mil veces, de todas las formas amables que se te ocurran, que no, que no querés un taxi al centro, pero te van a seguir insistiendo. Si no querés el taxi, por ahí te sirve un tuc-tuc, y si no estás para viajar con los pelos al viento, tal vez te puedan enchufar una mini-van, y si no pueden con la mini-van, por qué no intentar con un trecking con paseo en elefante para dentro de unos días. Lo cierto es que cada uno de los que se te avalanza tiene el mejor negocio de tu vida para ofrecerte, y la mejor manera de perdértelo, es decirles «no, gracias, ya tengo lo que me ofrecés», mientras seguís caminando. De cualquier otra forma, se te pegan y te siguen hasta abajo de la cama.

Monjes. (Foto gentileza Tomás «Chile» Fernández)

Al otro día salimos del aeropuerto y en nuestro viaje hasta la terminal de bondis empezamos a ver un poquito de todo lo otro: lo primero que se ve es que el desorden, amontonamiento y caos generalizado priman por sobre todas las cosas. Los dos ejemplos más claros que se me ocurren en cuanto a esto se dan en los rubros del transporte y la electricidad.

Tuc-Tuc

En el primero, a diferencia de otros lados del mundo en donde la prioridad la tiene uno, acá la tienen todos. Los peatones caminan por la calle, los autos no titubean a la hora de manejarse largo y tendido por el carril de contramano y las motos y tuc-tucs lo único que quieren es avanzar, y rápìdo. Todos hacen lo que quieren y todos están apurados, pero todos se esquivan mutuamente.
El otro tema es la electricidad. Todas y cada una de las calles están adornadas por una manada de cables que cuelgan de palos que parece que en cualquier momento van a caerse. Los transformadores están a la vista (y muchos al alcance de la mano o la cabeza) de todos. Y según la ciudad, desde algunas hasta casi todas las cuadras tienen un cortocircuito con descarga al aire libre que te ayudan a ubicarte.

Cables en Phuket.

El calor, como en Buenos Aires en verano, es siempre el tema del día. Pero acá es invierno, y es mucho peor. No tengo idea de cuántos grados hace, supongo que entre 35 y 40 centígrados, pero la humedad que hay es insoportable. Una remera por día, 4 litros de agua mínimo y siempre que se pueda mandarse a la sombra. Una de las peores cosas que te puede pasar es que te toque el lado del sol en un viaje de micro.

El combustible universal. (Foto gentileza Tomás «Chile» Fernández)

Y como última de estas primeras y breves impresiones, la que más me gusta: la gente. No importa qué les digas ni cómo, si lo decís bien, con la papa en la boca o más o menos, siempre, siempre te contestan primero con una sonrisa, y después te hablan. Por lo general los que están más en contacto con el turismo hablan desde un poco hasta bastante bien inglés, pero si te alejás un poco de los lugares frecuentados por gentes de otras partes, los tailandeses que encuentres seguramente no entiendan ni puedan decirte ni una palabra. Así y todo, la mayoría siempre trata de ayudarte, como sea, como puedan. Y con una sonrisa. Antes, durante y después. Y eso los hace hermosos.

Oi, nuestra profe de cocina tailandesa en Chiang Mai, y una de las tantas tailandeses risueñas
Khao San Road como la vemos acá. (Foto gentileza Tomás «Chile» Fernández)

ນເປັນ ພາບຂ ອງ (El jugador del pueblo).

16/03/2011 § Deja un comentario

Carlitos, el jugador que más amo en todo el mundo, también tapa de los diarios en Tailandia. Crack!

Mi amor imposible y el amor de mi vida, si yo fuera gay.

Malaventurado.

16/03/2011 § Deja un comentario

Éste Aedes Aegypti se tomó el atrevimiento de picarme apenas llegué a Koh Phangan. No vivió para contarlo: fue de cirrosis.

Así quedó.

Una del entramado a rallas de cerca.

Y el mapita que nos cuenta cuál fue la distribucion mundial de casos de dengue en 2006.

Para los escuerzos

10/03/2011 § Deja un comentario

Si sos un fumador empedernido, y estás en Buenos Aires, todo bien. Como mucho te será perjudicial para la salud.

Pero esto es lo que les pasa a los desprevenidos que fuman en Tailandia.

Luquitas supo fumanchar varios atados por día.

*MAGIC WELCOMED*

09/03/2011 § 3 comentarios


Dícese de toda magia que sólo por el hecho de serlo, veta todo lo demás. Suele ser arbitraria, súbita, imprevista, hacedora y prioritaria. Nació de la mano de nuestros pies, jugando fulbito con la número 1.5. Pero las Magic Welcomed no saben de rubros, y por eso aplícanse a todo lo demás.

La juntada de comisiones.

Finalmente, después de mucho tiempo cruzando de uno a otro lado del mundo cataratas de mensajes y mails llenos de ansiedad, pasó lo mejor que nos podía pasar: Gabo, Cabar, Luquitas, Luciana y Ó pibe, juntos en Tailandia.

Kilombo.

Magic Welcomed.

Walking down the beach.

Lu, Gabo, Luquitas y Cabar.

Koh Phangan. 21 hs. Llego al Laid Back Resort preguntando por Los Pibes en la 24 o la 16. Nos dicen donde quedan las habitaciones y nos mandamos. Abro la puerta y veo un tipo feo, muy feo durmiendo. Era luquitas. Besos, abrazos y alucinaciones. La Tropicur, su pasti de la malaria no lo dejaba entender si estaba soñando o era verdad. Besos y más abrazos. Ni bien se levanta nos cuenta sobre la preocupación de Gabo, que dormía en el otro bungalow, y al parecer hacía un día que no paraba de preguntar por nosotros. Hubo una confusión y los chicos pensaban que llegábamos antes.

A lo lejos.

Sí señor, sí señor.

Nos mandamos a la 24. Ahí dormían Cabar y Gabo. Entra luquitas, los despierta y les dice que de nosotros ninguna novedad. Tristeza generalizada. Hasta que en eso entro corriendo y emulando al gran Pascualito (Rambert) hago la mejor palomita de mi vida sobre todo lo que Gabo era.

Fuera de foco y todo, me encanta, y nos encanto ja!

Besos, abrazos, risas, besos, abrazos, besos, risas, risas, abrazos, besos. De ese día y para todos los demás, me guardo en mi corazón el ataque de carcajadas que me regalaste cuando me viste Gabo! Increíble! Gracias! Te quiero! =)

Y MAGIC WELCOMED!

Happy New Beer!

NdeR: perdón por la cursilería a todos los demás, pero Os Pibes nos queremos así, y mucho más. Y obvio que hablo más de Gabo porque hacía mil que no lo veís, pero no se pongan celosos, los quiero a todos igual!

TrancaroLa miRando al sudeSte

08/03/2011 § Deja un comentario

Tailandia con Gabo, Luquitas, Cabar y Lu.
Laos, Camboya y Vietnam con Cabar y Lu.
Indonesia con una tabla de surf.

A por ellos!

"Don´t dream your life, live your dreams"

Ídolo

08/03/2011 § Deja un comentario

TrancaroLa poR el muNdo deLiverY. Lo pedís, lo tenés Gabbb!

QUÉ MAL QUE LA ESTOY PASANDOOOOOOOO!!

08/03/2011 § 2 comentarios

Gracias gato! Gracias ídolo por sacarme una sonrisa cada vez que la paso como el orto, como en el avión con el oído! Este post, con amor, para vos!

Genio!

Vía Economía Du Guerra, de NZ a Tailandia.

08/03/2011 § Deja un comentario

Por cuestiones monetarias, el viaje a Tailandia fue varios viajes.

El primero de los vuelos, por Air New Zealand, fue como tomarse un bondi de asientos amontonados a eso de las 7 am en el aeropuerto de Auckland para bajarse, después de tres horas, a las 7.30 am en Gold Coast, Australia. El bondi no era el Delórean y tampoco lo manejaba Fangio, pero tuve 2 horas y media de regalo para mi vida. ¿Cómo las aproveché? Incubando abajo del aire acondicionado de mi asiento unas terribles fiebre y anginas.

3D. Lo que a Cristóbal le hubiese venido como anillo al dedo.

Arriba y abajo de las nubes.

Todo empezó en el sillón del aeropuerto que me hizo las veces de cama la noche anterior a volar. Cuando me desperté, estaba empapado y con dolor de gargante. Igual, llegamos a Australia y lo primero que hicimos fue averiguar cuál era la mejor playa. Había una a 10 minutos caminando y Surfers Paradise a media hora de bondi. Éramos Luciana y yo, y no cabían dudas.

Gold Coast.

Perseguidos por el Sol.
iiiiiiii

La primera mitad del día la pasamos bárbaro. Chegusanes en la playa, agüita mineral y señora siesta en unos bancos de la costanera. Kilombo.

Pero volví a despertarme empapado, y esta vez con 38.5 de fiebre. Eran más o menos las 3 de la tarde y se había largado a llover. Y a partir de acá todo fue un garrón. El médico al que me mandaron quedaba fácil a 70 cuadras y el sistema de transporte público de australia es tan malo que buscando un bondi terminamos llegando 3 horas después caminando. Todo con las dos mochas, la fiebre a cuestas y bajo la lluvia.

Surfers Paradise.
Pájaro loco.

Diagnóstico: placas, fiebre, gángleos inflamados y molestia en el oído. Reposo en otro banquito de aeropuerto y a volar a Asia.

En las últimas.

El segundo vuelo fue por Air Asia, «La mejor línea aérea de bajo costo del mundo (2009)» según la leyenda que al lado de la puerta de cada uno de sus aviones dice todo lo que no dice el nombre y que suena como a algo así: «Venite preparado y no te olvides nada, porque ni comida, ni agua, ni almohada, ni frasadita, ni pantallita digital, ni qué-ocho-cuartos». Y yo con 39 de fiebre. Pobre mí, y pobre Lu, que me bancó las 8 horas de vuelo hasta Kuala Lumpur con una cara que parecía que me moría. Lo peor fue cuando bajábamos, hubo 15 minutos que se me reventaba el tímpano izquierdo (otra vez después de las anteriores 8). Pero bueno, todo pasa.

Bendita seas Air Asia.
LALALALA

Cagaso que le dicen.

Y así pasó ese vuelo, y así pasó el siguiente. Y así, después de dos días de viaje, después de mil días de fiebre, llegamos a Tailandia.

Aloha Tailandiaaaaaa!

I LOVE POLAND!

08/03/2011 § Deja un comentario

Me salió la visa australiana! Me voy a Tailandia! Desde Niu Zilan, pasando por Australia, con pelpas al día y gracias a Poland!

Arrivederci Oceanía! Aloha Tailandia!

Merci Poland! (Claramente del idioma bien, gracias.)

A cuerda

25/02/2011 § Deja un comentario

Me siento un boludo. Y lo peor es que a pesar de ser un boludo con experiencia, me siguen pasando éstas.

Hace un mes saqué desde un hostel en Tauranga el pasaje a Tailandia. Para hacerlo más barato, compré uno a Gold Coast, Australia, por Air New Zealand, y otro desde ahí a Phuket, Tailandia, por Air Asia. La cosa es que Air Asia es mucho más barato pero no vuela desde NZ.

Antes de venir para acá ya estaba al corriente de esto así que fui a la embajada de Australia en BsAs a ver qué necesitaba para hacer la movida. Una buena dama me dijo que gracias a mi hermoso pasaporte polaco podía aplicar online para una e-visitor visa, y que me la daban en el acto. Increíble, me dije. Una visa que se niega a sí misma, desentendiéndose de todo trámite burocrático y acreditándoseme en el acto. Guau.

Y como buen boludo a cuerda, confié a pleno en la buena dama. Sólo metí en el bolsillo de papeles importantes de mi mochila el que ella me dio lleno de links. En alguno de todos esos podía chequear la data pero, ¿para qué?

Ahora, de nuevo en Christchurch, con los pasajes comprados a razón de 600 Kiwis (450 U$S) y con 7 días por delante, se me ocurre sacar la visa, y cuando me meto en uno de esos mismos links, me desayuno de que la visa no era tan «e-» ni tan antiburocrática. Se aplica por internet y tardan entre 2 y 10 días hábiles en atribuírtela. Me quedan 7, y como no podía ser de otra manera, sólo 5 hábiles.

Como diría Toti, la tengo adentro. Y con la cuerda girando.

¿Dónde estoy?

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